miércoles, 11 de enero de 2012

1914 y los últimos días


En Lucas 21:24 encontramos estas palabras de Jesús: “Jerusalén será hollada (o pisoteada) por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones”, o “los tiempos de los Gentiles”, según la versión Reina-Valera de 1865. Jerusalén era la capital de la nación judía. Desde allí gobernaba una línea de reyes de la casa real de David (Salmo 48:1, 2). Estos reyes eran distintos de los demás líderes nacionales porque se sentaban en “el trono de Jehová”, es decir, eran representantes de Dios (1 Crónicas 29:23). Así pues, Jerusalén simbolizaba el gobierno que ejerce Jehová.
Entonces, ¿cómo y cuándo comenzaron las naciones a pisotear el gobierno de Dios? Esto ocurrió en el año 607 antes de la era común (a.e.c.), cuando los babilonios tomaron Jerusalén. “El trono de Jehová” quedó vacío, y se interrumpió la línea de reyes que descendían de David (2 Reyes 25:1-26). ¿Se mantendría “hollada” a Jerusalén para siempre? No, pues en el libro profético de Ezequiel se da esta orden a Sedequías, el último rey de esa ciudad: “Remueve el turbante, y quita la corona. Esta [...] no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él” (Ezequiel 21:26, 27). La persona con “el derecho legal” a heredar la corona de David es Jesucristo (Lucas 1:32, 33). Por lo tanto, Jerusalén dejaría de ser “hollada” cuando Jesús se convirtiera en Rey.
¿Cuándo ocurrió este gran suceso? Jesús indicó que los gentiles (es decir, los no judíos) gobernarían por un tiempo, o período, señalado. El capítulo 4 de Daniel da la clave para saber su duración. Allí se relata un sueño profético que tuvo un rey de Babilonia llamado Nabucodonosor. En el sueño vio cómo cortaban un árbol enorme. Solo se dejaba su base, la cual se ataba con hierro y cobre para que no creciera. Luego, un ángel ordenaba: “Pasen siete tiempos sobre él” (Daniel 4:10-16).
En la Biblia, los árboles en ocasiones representan gobiernos (Ezequiel 17:22-24; 31:2-5). Por lo tanto, el hecho de que se cortara el árbol simbólico significa que quedaría interrumpido el gobierno de Dios, el cual estaba representado por los reyes de Jerusalén. Sin embargo, la visión también anunció que “Jerusalén” sería “hollada” temporalmente: durante “siete tiempos”. ¿Cuánto duraría en realidad ese período?
Revelación (o Apocalipsis) 12:6, 14 indica que tres tiempos y medio son “mil doscientos sesenta días”. Por lo tanto, “siete tiempos” durarían el doble: 2.520 días. Ahora bien, las naciones no judías no dejaron de pisotear el gobierno de Dios tan solo 2.520 días después de la caída de Jerusalén. Queda claro que esta profecía tiene que extenderse por mucho más tiempo. Si buscamos Números 14:34 y Ezequiel 4:6, veremos que los dos textos mencionan una regla: “un día por un año”. Si aplicamos esa regla a los “siete tiempos”, tenemos 2.520 años.
El período de 2.520 años comenzó en octubre del 607 a.e.c. —cuando los babilonios tomaron Jerusalén y quitaron del trono al rey descendiente de David— y terminó en octubre de 1914. Fue entonces cuando concluyeron “los tiempos señalados de las naciones” y cuando Dios colocó a Jesucristo en su puesto de Rey celestial (Salmo 2:1-6; Daniel 7:13, 14).
Jesús predijo que durante su “presencia” como Rey celestial se producirían sucesos espectaculares, tales como guerras, hambres, terremotos y epidemias (Mateo 24:3-8; Lucas 21:11). Y así ha sido. Estos sucesos son una prueba convincente de que en el año 1914 nació el Reino celestial de Dios y comenzaron “los últimos días” de este mundo malvado (2 Timoteo 3:1-5).

¿Qué indica que hoy vivimos en “los últimos días”?
    La Biblia utiliza la expresión “últimos días” para referirse al período de conclusión que culmina en una ejecución fijada por Dios que marca el fin de un sistema de cosas. El sistema judío, con su adoración en torno al templo de Jerusalén, experimentó sus últimos días durante el período que culminó en su destrucción en 70 E.C. Lo que sucedió entonces fue un cuadro de lo que se experimentaría de manera mucho más intensa y en escala global en un tiempo en que todas las naciones se encararían a la ejecución de juicio que Dios ha decretado.
La Biblia describe acontecimientos y condiciones que marcan este significativo período. “La señal” es una señal compuesta de muchas pruebas; por consiguiente, su cumplimiento requiere que todos los aspectos de la señal se hagan claramente manifiestos durante una misma generación. Los varios aspectos de la señal se hallan registrados en los capítulos 24 y 25 de Mateo, 13 de Marcos y 21 de Lucas; hay más detalles en 2 Timoteo 3:1-5, 2 Pedro 3:3, 4 y Revelación 6:1-8. A modo de ilustración, consideraremos algunas partes sobresalientes de la señal.

“Se levantará nación contra nación y reino contra reino” (Mat. 24:7)
Por miles de años la guerra ha estropeado vidas en la Tierra. Se han peleado guerras internacionales y guerras dentro de las naciones mismas. Pero comenzando en 1914 se peleó la primera guerra mundial. No se trató sencillamente de un conflicto entre dos ejércitos en el campo de batalla. Por primera vez, todas las potencias principales estuvieron en guerra. Naciones enteras —incluso la población civil— se movilizaron para apoyar el esfuerzo bélico. Se calcula que para el fin de la guerra el 93 por 100 de la población del mundo había tenido algo que ver con esta.
Como se predijo en Revelación 6:4, ‘la paz fue quitada de la tierra’. Así, el mundo ha continuado en un estado de tumulto y agitación desde 1914. La II Guerra Mundial se peleó de 1939 a 1945. Según el almirante retirado Gene La Rocque, de 1945 a 1982 se habían peleado otras 270 guerras. Durante este siglo más de cien millones de personas han perecido en guerras. Además, según la edición de 1982 de la publicación World Military and Social Expenditures (Gastos militares y sociales del mundo), en ese año cien millones de personas estuvieron participando directa o indirectamente en actividades militares.
¿Se necesita más para cumplir este aspecto de la profecía? Hay decenas de miles de armas nucleares listas para uso inmediato. Científicos prominentes han dicho que si las naciones usaran tan solo una fracción de sus arsenales nucleares, la civilización —y posiblemente la entera especie humana— sería destruida. Pero ese no es el resultado final al que señala la profecía bíblica.

“Habrá escaseces de alimento [...] en un lugar tras otro” (Mat. 24:7)
En la historia humana ha habido numerosas hambres. ¿Hasta qué grado ha sido afligido por el hambre el siglo XX? La guerra de tipo mundial ocasionó hambre general en Europa y Asia. El continente africano ha sido azotado por la sequía, que ha resultado en extensa escasez de alimento. A fines de 1980 la Organización para la Alimentación y la Agricultura calculó que 450.000.000 de personas experimentaban hambre hasta rayar en la inanición, y que había mil millones de personas sin suficiente alimento. De estas, aproximadamente 40.000.000 mueren al año —algunos años hasta 50.000.000 mueren— a causa de la escasez de alimento.
¿Hay algo que marque como diferentes estos casos de escasez de alimento? Revelación 6:6 indicó que una pequeña cantidad de alimentos básicos como el trigo y la cebada se vendería por el equivalente del salario de un día (un denario; véase Mateo 20:2), y advirtió que no se usaran con demasiada rapidez las provisiones de aceite de oliva y vino. Todos estos artículos se consideraban necesidades en el Oriente Medio en aquellos tiempos; por eso, esto predijo grave escasez de alimentos. Esta situación ya no es local, sino mundial. En 1981 el periódico The New York Times informó: “Las mejoras en el nivel de vida y la creciente demanda de alimento alrededor del mundo han ejercido presión sobre los precios del alimento, lo cual ha hecho que sea más difícil que los países más pobres importen el alimento que necesitan”. En muchos países la producción de alimento, hasta con la ayuda de la ciencia moderna, no ha podido mantenerse al paso con el aumento de la población total. Los peritos modernos en asuntos de alimentos no ven solución real para el problema.

“Habrá grandes terremotos” (Luc. 21:11)
Es cierto que en siglos pasados hubo grandes terremotos; además, el equipo sensible de que disponen los científicos ahora les permite detectar más de un millón de temblores al año. Pero no se necesitan instrumentos especiales para que la gente sepa cuándo ocurre un gran terremoto.
¿Ha habido en realidad una cantidad significativa de terremotos de gran magnitud desde 1914? Con información que se obtuvo del Centro Nacional de Datos Geofísicos, de Boulder, Colorado, complementada con un gran número de obras básicas de referencias, en 1984 se hizo una tabulación que incluyó solo los terremotos que midieron 7,5 o más en la escala de Richter, o que hubieran causado cinco millones de dólares (E.U.A) o más en pérdidas por destrucción de la propiedad, o que hubieran causado 100 muertes o más. Se tuvo constancia de que habían ocurrido 856 de tales terremotos durante los 2.000 años antes de 1914. Los mismos cálculos mostraron que en un período de solo 69 años después de 1914 hubo 605 terremotos de ese tipo. Eso significa que, en comparación con los 2.000 años anteriores, el promedio, por año, ha sido 20 veces mayor desde 1914.

“En un lugar tras otro pestes” (Luc. 21:11)
Durante la conclusión de la primera guerra mundial la gripe española se extendió por todo el globo terráqueo, y causó más de 20.000.000 de muertes a un ritmo sin precedente en la historia de las enfermedades. A pesar de los avances de la ciencia médica, cada año el cáncer, las enfermedades del corazón, las diferentes enfermedades transmitidas por las relaciones sexuales, la esclerosis múltiple, el paludismo, la ceguera de los ríos y la enfermedad de Chagas dejan un alto saldo de víctimas.

‘Aumento del desafuero acompañado de un enfriamiento del amor de la mayor parte’ (Mat. 24:11, 12)
Un eminente criminalista dice: “Lo que salta a la vista cuando uno observa el delito a nivel mundial es el hecho de que por todas partes va aumentando y extendiéndose con persistencia. Las excepciones que hay resaltan como casos de esplendor aislado, y tal vez pronto se los trague la marea que va subiendo” (The Growth of Crime [El delito crece], Nueva York, 1977, sir Leon Radzinowicz y Joan King, págs. 4, 5). El aumento es real; no es sencillamente un asunto de que haya mejor informe de los delitos. Es cierto que en generaciones pasadas también hubo delincuentes y criminales, pero nunca antes ha estado el delito tan difundido como ahora. Personas de edad saben esto por experiencia propia.
El desafuero a que se refiere la profecía incluye desacato a las leyes conocidas de Dios, el ponerse el individuo a sí mismo en el centro de su vida, en vez de tener allí a Dios. Como resultado de esta actitud, la tasa del divorcio ha aumentado vertiginosamente, se aceptan comúnmente el tener relaciones sexuales fuera del vínculo matrimonial y la homosexualidad, y cada año se practican decenas de millones de abortos. Tal desafuero se asocia (en Mateo 24:11, 12) con la influencia de falsos profetas, los que rechazan la Palabra de Dios para aceptar sus propias enseñanzas. El prestar atención a las filosofías de estos en lugar de apegarse a la Biblia contribuye a que haya un mundo desamorado (1 Juan 4:8). Lea la descripción de ese mundo en 2 Timoteo 3:1-5.

“Los hombres desmayan por el temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada” (Luc. 21:25, 26)
“La realidad es que hoy día la emoción que por sí sola más domina nuestra vida es el temor”, dice la revista U.S.News & World Report (11 de octubre de 1965, pág. 144). “Nunca antes ha tenido la humanidad tanto temor como en el día actual”, informó la revista alemana Hörzu (núm. 25, 20 de junio de 1980, pág. 22).
Hay muchos factores que contribuyen a esta atmósfera mundial de temor: los crímenes violentos, el desempleo, la inestabilidad económica que se debe a que tantas naciones estén endeudadas sin esperanza de recobro, la contaminación mundial del ambiente, la carencia de vínculos familiares fuertes y amorosos, y la abrumadora sensación de que la humanidad se halla en peligro inminente de aniquilación nuclear. Lucas 21:25 menciona ‘señales en el sol, la luna y las estrellas, y el bramido de los mares’ con relación a la angustia que sienten las naciones. Suele suceder que con la salida del Sol no se espere nada bueno; más bien, hay temor de lo que el día haya de traer; cuando la Luna y las estrellas brillan, el temor al crimen hace que la gente permanezca en casa con las puertas cerradas. En el siglo XX, pero no antes, se han utilizado aviones y mísiles para hacer llover destrucción desde los cielos. Submarinos que llevan mísiles de cargas mortíferas rondan los mares; uno solo de estos submarinos está equipado para causar la aniquilación de 160 ciudades. ¡Con razón las naciones se hallan en angustia!

‘Los verdaderos discípulos de Cristo serán objeto de odio de parte de todas las naciones por causa del nombre de él’ (Mat. 24:9)
Esta persecución no les viene a causa de que se inmiscuyan en la política, lo cual no hacen, sino ‘a causa del nombre de Jesucristo’, porque Sus seguidores se apegan a él como el Rey Mesiánico nombrado por Jehová, porque obedecen a Cristo antes que a cualquier gobernante humano, porque se adhieren lealmente a Su Reino y no se envuelven en los asuntos de los gobiernos humanos. Como lo muestra la historia moderna, eso es lo que los testigos de Jehová han experimentado en todas partes de la Tierra.

‘La predicación de estas buenas nuevas del reino en toda la tierra habitada para testimonio’ (Mat. 24:14)
El mensaje que se predicaría es que el Reino de Dios en las manos de Jesucristo ha comenzado a gobernar en los cielos, que pronto pondrá fin al entero inicuo sistema de cosas, que bajo su gobernación la humanidad será elevada a la perfección y que la Tierra será convertida en un paraíso. Esas buenas nuevas se están predicando hoy en más de 235 países y territorios, hasta las partes más distantes de la Tierra. Los testigos de Jehová dedican centenares de millones de horas a esta actividad cada año, y vez tras vez van de casa en casa para que, hasta donde sea posible, a toda persona se dé la oportunidad de escuchar.

          Testigos de Jehová predicando de casa en casa

sábado, 7 de enero de 2012

¿Quién es el arcángel Miguel?


Aparte de Gabriel, Miguel es el único ángel santo mencionado por nombre en la Biblia y el único al que se llama “arcángel”. (Judas 9.) La primera vez que aparece su nombre es en el capítulo décimo de Daniel, donde se dice que es “uno de los príncipes prominentes” que fue a ayudar a un ángel de menor rango al que se oponía el “príncipe de la región real de Persia”. A Miguel se le llamó “el príncipe” del pueblo de Daniel, “el gran príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo [el de Daniel]”. (Daniel 10:13, 20, 21; 12:1.) Estas palabras señalan a Miguel como el ángel que condujo a los israelitas a través del desierto. (Éxodo 23:20, 21, 23; 32:34; 33:2.) El hecho de que ‘Miguel el arcángel tuviera una diferencia con el Diablo y disputara acerca del cuerpo de Moisés’ presta apoyo a esta conclusión. (Judas 9.)
En la Biblia hay solo unos cuantos pasajes donde se llama Miguel a cierto ser espiritual. Pero en todos ellos siempre aparece haciendo algo. En el libro de Daniel, está combatiendo contra ángeles malos; en la carta de Judas, está discutiendo con el Diablo, y en el libro de Revelación (o Apocalipsis), está guerreando contra Satanás y sus demonios. En efecto, siempre defiende la autoridad de Jehová como Rey y lucha contra los enemigos de Dios. De esta manera hace honor a su nombre, que significa “¿Quién Es Como Dios?”. Ahora bien, ¿quién es Miguel?
Antes de nada, recordemos que algunas personas tienen más de un nombre. Por ejemplo, a Jacob, que fue cabeza de una gran familia, también se le conoció como Israel, y al apóstol Pedro, como Simón (Génesis 49:1, 2; Mateo 10:2). De igual modo, la Biblia contiene indicaciones de que Miguel es otro nombre que recibe Jesucristo tanto antes de venir a la Tierra como después de regresar al cielo. Veamos qué razones encontramos en las Escrituras para llegar a esta conclusión.

Arcángel
 La Palabra de Dios presenta a Miguel como “el arcángel” (Judas 9). Este término significa “ángel principal”. Notamos que a Miguel se le llama el arcángel, lo que da a entender que solo hay uno de estos ángeles. De hecho, la Biblia nunca emplea la palabra “arcángel” en plural, sino siempre en singular. Además, Jesús aparece relacionado con la labor de arcángel. Así lo vemos en 1 Tesalonicenses 4:16, donde se indica lo que hará el resucitado Jesucristo: “El Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel”. Este pasaje dice que Jesús hablará con voz de arcángel. Si la denominación “arcángel” no aplicara a Jesucristo, sino a otros ángeles, la referencia a una “voz de arcángel” no sería apropiada, pues designaría una voz de menor autoridad que la del Hijo de Dios. Por lo tanto, da a entender que el propio Jesús es el arcángel Miguel.
Comandante
 La Biblia señala que “Miguel y sus ángeles combatieron con el dragón [...] y sus ángeles” (Revelación 12:7). Es obvio que Miguel es el Comandante de un ejército de ángeles fieles. El libro de Revelación también presenta a Jesús como el Comandante de un ejército de ángeles fieles (Revelación 19:14-16). Y el apóstol Pablo menciona expresamente al “Señor Jesús” y “sus poderosos ángeles” (2 Tesalonicenses 1:7). Así pues, la Biblia habla tanto de Miguel y “sus ángeles” como de Jesús y “sus ángeles” (Mateo 13:41; 16:27; 24:31; 1 Pedro 3:22). La Palabra de Dios no dice en ningún lugar que existan dos ejércitos de ángeles fieles, uno dirigido por Miguel y otro por Jesús. Por lo tanto, es lógico llegar a la conclusión de que Miguel es nada menos que Jesucristo desempeñando sus funciones en el cielo.

Hay también otras correspondencias que demuestran que Miguel es realmente el Hijo de Dios. Después de la primera referencia a Miguel (Daniel 10:13), Daniel registró una profecía que llegaba hasta “el tiempo del fin” (Daniel 11:40), y luego dijo: “Y durante aquel tiempo se pondrá de pie Miguel, el gran príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo [el de Daniel]”. (Daniel 12:1.) El que Miguel ‘se pusiera de pie’ estaría relacionado con “un tiempo de angustia como el cual no se ha hecho que ocurra uno desde que hubo nación hasta aquel tiempo”. (Daniel 12:1.) En la profecía de Daniel, ‘ponerse de pie’ se refiere con frecuencia a una acción tomada por un rey, ya sea para obtener poder real o para actuar en su calidad de monarca. (Daniel 11:2-4, 7, 16b, 20, 21.) Este hecho apoya la conclusión de que Miguel es Jesucristo, pues él es el rey nombrado por Jehová y ha recibido la comisión de destruir a todas las naciones en Armagedón. (Revelación 11:15; 16:14-16.)
El libro de Revelación (12:7, 10, 12) menciona a Miguel con relación al establecimiento del reino de Dios y enlaza este acontecimiento con disturbios para la Tierra: “Y estalló guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con el dragón, y el dragón y sus ángeles combatieron [...]. Y oí una voz fuerte en el cielo decir: ‘¡Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado hacia abajo el acusador de nuestros hermanos [...]! A causa de esto, ¡alégrense, cielos, y los que residen en ellos! ¡Ay de la tierra y del mar!’”. Después se representa a Jesucristo dirigiendo a los ejércitos celestiales en guerra contra las naciones de la Tierra. (Revelación 19:11-16.) Esto significaría para ellas un período de aflicción que lógicamente estaría incluido en el “tiempo de angustia” que llegaría después que Miguel se pusiese en pie. (Daniel 12:1.) Ya que el Hijo de Dios tiene que luchar contra las naciones, es razonable que fuese él quien previamente combatiera con sus ángeles contra el dragón sobrehumano, Satanás el Diablo, y sus ángeles.
Antes de hacerse hombre, a Jesús se le llamaba “la Palabra” (Juan 1:1), y también tenía el nombre personal de Miguel. Al conservar el nombre Jesús después de su resurrección (Hechos 9:5), se demuestra que la “Palabra” es la misma persona que el Hijo de Dios en la Tierra. El que volviese a asumir su nombre celestial, Miguel, y su título (o nombre), “La Palabra de Dios” (Revelación 19:13), le vincula con su existencia prehumana. El mismísimo significado del nombre Miguel: “¿Quién Es Como Dios?”, señala que Jehová Dios no tiene semejante o igual y que Miguel, su arcángel, es su gran Defensor o Vindicador.

miércoles, 19 de octubre de 2011

¿Es confiable el testimonio de los apostatas?


En ocasiones, algunos medios de comunicación ofrecen testimonios de personas que fueron testigos de Jehová, como un medio de conocer más a fondo nuestra religión. De forma casi invariable, estos testimonios son muy negativos, pero, ¿hasta qué punto son representativos e imparciales?

¿Quiénes son los apóstatas?

Los testigos de Jehová suelen denominar a estas personas que les atacan en los medios de comunicación “apóstatas”. Algunas de estas personas reniegan de esa palabra alegando que no les describe correctamente, sino que tan solo es un término despectivo. Por eso, cabe preguntarse: ¿quiénes son los apóstatas?

El sociólogo Lonnie D. Kliever, catedrático de la Southern Methodist University, explica: “La palabra “apostasía” es una transliteración del griego apostasía, que originalmente denotaba insurrección o secesión. Su uso religioso denota el abandono deliberado de la religión de uno”. En la misma línea, el catedrático de sociología de Oxford, Bryan Ronald Wilson, escribió: “Apostasía puede considerarse sencillamente cuando un antiguo creyente renuncia a sus votos y a su anterior filiación religiosa.” De modo que cualquier persona que abandona voluntariamente su religión, puede ser correctamente considerada un apóstata desde el punto de vista de esa religión.
Sin embargo, los testigos de Jehová suelen ser incluso más restrictivos a la hora de calificar a alguien de apóstata, pues no consideran como tal a cualquiera que abandone su religión, sino solo a aquellos que tras abandonarla la atacan públicamente. De hecho, algunos diccionarios incluyen también en su definición el factor de publicidad; por ejemplo, el Diccionario Manual de la lengua española Larousse lo define: “Abandono público de una religión o doctrina”. También el propio profesor Kliever, antes citado, añadió al definir la apostasía: “Debe comprenderse como un fenómeno público más que privado. La apostasía no es una cuestión de dudas religiosas privadas o del abandono de las prácticas religiosas. La apostasía es una renuncia y condena públicas de las anteriores creencias y prácticas religiosas de uno.”

Cada año, hay cientos de personas en varios países que dejan de ser testigos de Jehová. Algunos son expulsados, otros deciden desasociarse voluntariamente, y otros van abandonando las actividades de los Testigos de forma gradual según van perdiendo interés. Muchos de estos ex-testigos de Jehová mantienen una opinión neutra o incluso favorable de su anterior religión; de hecho, muchos de los que son expulsados dan pasos para ser readmitidos al cabo de un tiempo. Y entre quienes tienen una opinión negativa (ya sea por diferencias personales con otros Testigos o por disentir en asuntos de doctrina u organización), solo algunos tienen esa actitud de despecho que les lleva a tratar de dar publicidad a sus críticas, convirtiéndose así en lo que los testigos de Jehová denominan correctamente un apóstata.

¿Son fiables sus testimonios?

En décadas recientes han aparecido nuevas confesiones religiosas que exigen un alto grado de lealtad de sus miembros, y otras no tan recientes como los testigos de Jehová han experimentado un gran auge, lo que ha suscitado la curiosidad de la sociedad. Especialmente los casos de apostasía han atraído notablemente a los medios de comunicación, que ven la historia relatada por el apóstata como un buen reportaje, especialmente si este se ofrece a “revelar” aspectos o hasta secretos del movimiento al que pertenecía. En consecuencia, los apóstatas reciben una atención de los medios injustificada, —como veremos—, pese a que sus relatos suelen ser la información más ampliamente disponible para el gran público sobre las religiones minoritarias. Precisamente por eso, el apóstata se convierte en una figura central en la formación —o deformación, según el  profesor Wilson— de la opinión pública sobre estos movimientos. Según el prof. Kliever (en su libro The Reliability of Apostate Testimony About New Religious Movements [La fiabilidad del testimonio de los apóstatas sobre los nuevos movimientos religiosos], 1995): “el apóstata no debe aceptarse sin crítica por los medios de comunicación, la comunidad de investigadores, el sistema legal ni las agencias gubernamentales como fuente confiable de información sobre nuevos movimientos religiosos; se le debe considerar siempre como un individuo predispuesto a exponer una visión parcial, tendenciosa”. ¿Por qué?

Muchas de las confesiones religiosas minoritarias, como los testigos de Jehová, requieren una estricta adherencia de sus miembros a sus normas morales y doctrinales, que difieren de las de las religiones tradicionales y de la moralidad general de la sociedad. Esto supone cierta tensión con el entorno que puede producir en algunos un deseo de aceptación social. No sorprende, por tanto, que algunos miembros terminen decidiendo que cierto movimiento religioso no es para ellos y lo dejen, o bien que no sientan la suficiente motivación para mantener las normas del grupo y sean por ello expulsados. Como antes dijimos, la mayoría consideran su experiencia de forma positiva como un paso más de su viaje espiritual, pero entre los que abandonan o son expulsados, hay algunos que adoptan una postura de resentimiento y se convierten en detractores que atacan públicamente a su religión anterior a través de la prensa y de los tribunales.

El profesor Kliever compara la dinámica de separación del apóstata de un grupo religioso al que antes amaba con un divorcio lleno de amargura. Tanto el matrimonio como la religión requieren un alto grado de compromiso e implicación; cuanto mayor sea la implicación, más traumática la ruptura; cuanto más haya durado el compromiso, más urgente es la necesidad de culpar al otro del fracaso de la relación. Los que han sido miembros de nuevos movimientos religiosos durante mucho tiempo y han estado muy implicados pero que más tarde se sienten desencantados con su religión, suelen echar toda la culpa a sus anteriores correligionarios o a la organización religiosa en general. Como explica el investigador de asuntos religiosos Gordon Melton (en su libro Brainwashing and the Cults: The Rise and Fall of a Theory [El lavado de cerebro y las sectas: el ascenso y caída de la teoría], 1999), magnifican pequeñas faltas hasta convertirlas en enormes maldades, convierten decepciones personales en maliciosas traiciones, e incluso contarán falsedades increíbles con tal de dañar a su anterior religión.
(Por supuesto, cualquier persona puede sentirse hasta cierto punto conmocionada tras abandonar una religión a la que amaba, igual que una persona tras un divorcio puede sentirse emocionalmente desestabilizada durante un tiempo. Esto en sí mismo no descalifica a la religión, igual que no descalifica a la institución del matrimonio; además, investigadores como Lewis Carter, David G. Bromley o Gordon Melton consideran que los casos en que alguien necesita ayuda psicológica tras abandonar su religión son escasos y más atribuibles a la influencia de los grupos anti-sectas que al abandono en sí de su religión. No obstante, en este artículo nos referimos más bien a quien lleva esa amargura al extremo de convertirse en un enemigo despechado de su anterior religión).

El apóstata por lo general siente una gran necesidad de autojustificarse. Trata de reconstruir su propio pasado, excusar su anterior afiliación a una religión que ahora odia tanto, y culpar a los que antes eran sus asociados más próximos. Esto explica su rechazo frontal ante cualquier información o argumento que refute la postura que tanto le ha costado crear o asumir. El sociólogo norteamericano David Bromley (en su libro The Politics of Religious Apostasy: The Role of Apostates in the Transformation of Religious Movements (La política de la apostasía religiosa: el papel de los apóstatas en la transformación de los movimientos religiosos) CT, Praeger Publishers, 1998) dice que individuos que eligen dejar una fe elegida por ellos mismos deben hacerse críticos con ella para justificar su marcha, lo que abre la puerta a ser reclutados y utilizados por organizaciones que buscan usar su testimonio como un arma. Aparentemente la persona se siente más respaldada cuando encuentra algún tipo de coalición que corrobore su postura, lo cual abre la puerta a una hostilidad reforzada y renovada como resultado de compartir nuevas experiencias y opiniones negativas, pues estas personas, a menudo reciben la autojustificación que buscan de organizaciones anti-sectas o grupos religiosos fundamentalistas, que ven a estas nuevas religiones como rivales peligrosos. Estos grupos, extraordinariamente activos en Internet, les proporcionan las explicaciones de una supuesta manipulación, un control mental o incluso un  lavado de cerebro para que puedan así racionalizar su repentina adherencia e igualmente repentino abandono de un nuevo movimiento religioso. La información proporcionada por estos grupos suele ser altamente negativa y fuertemente tendenciosa contra la organización que han dejado atrás, y les proporcionan una lengua franca para contar sus historias de supuesta seducción y liberación.

Numerosos científicos sociales han señalado que estas autobiografías de “supervivencia a una secta” son relatos con un estilo altamente convencional, todo un género estereotipado. Es lo que algunos sociólogos denominan la “historia atroz”, que tanto gusta a la prensa sensacionalista, y que algunos investigadores incluso han llegado a considerar una categoría de fenómenos (véase A.D. Shupe, Jr., y D. G. Bromley, “Apostates and Atrocity Stories” [“Los apóstatas y las historias atroces”], en B. Wilson (ed.), The Social Impact of New Religious Movements [El impacto social de los nuevos movimientos religiosos], New York, Rose of Sharon Press, 1981, Págs. 179-215.). El apóstata necesita establecer su credibilidad tanto con respecto a su conversión a su anterior religión como a su posterior renuncia a tal compromiso, necesita una explicación convincente tanto de su adherencia a su anterior fe como a su abandono y condena del mismo, y el género de la “historia atroz” le permite lograr esto hasta cierto punto. Gracias a esta historia, el apóstata se representa a sí mismo como una persona que fue introducida en su anterior confesión religiosa en un momento en que estaba especialmente vulnerable. Sus anteriores compañeros ahora son representados como personas que le convencieron con falsedades, engaños, promesas de amor, apoyo, mejores perspectivas, mayor bienestar, etc. En realidad, según su historia, eran falsos amigos que solo buscaban explotar su buena voluntad y conseguir de él largas horas de trabajo gratis o todo el dinero o propiedades que tuviese. Así, se representa como una persona que no es responsable de sus acciones cuando fue captado por su anterior religión, y que volvió a recobrar el juicio cuando la dejó. Su mensaje viene a ser: “En estas circunstancias, le podría haber pasado a cualquiera. Ellos son totalmente los responsables y ellos actuaron con malicia”. El apóstata evade así la responsabilidad de sus acciones y trata de reintegrarse en la sociedad a la que ahora quiere influir, y quizá hasta movilizar, contra el grupo religioso que él ha abandonado.

Según el  prof. Wilson, los apóstatas, gracias al sensacionalismo de la prensa, a veces han decidido sacar ganancia de los relatos de sus experiencias vendiendo la historia a algún periódico o plasmándola en libros, a veces escritos por “negros” (Bryan Wilson, The Social Dimensions of Sectarianism (Las dimensiones sociales del sectarismo), Oxford: Clarendon Press, 1990, pág.19).
Citando al profesor Kliever: “Es innegable que estos tenaces y acérrimos opositores de las nuevas religiones presentan una visión distorsionada de las nuevas religiones ante el público, los investigadores y los tribunales. Siempre representan un escenario que les justifica a ellos por medio de trasladar la responsabilidad de sus acciones al grupo religioso. De hecho, los diversos escenarios de lavado de cerebro tan a menudo invocados contra los nuevos movimientos religiosos han sido repudiados de forma aplastante por científicos sociales y expertos en religión como nada más que esfuerzos calculados para desacreditar ante la opinión pública y las agencias gubernamentales. Difícilmente pueden tales apóstatas ser considerados como informadores confiables por periodistas, investigadores y juristas responsables. Incluso los relatos de desertores voluntarios sin rencor deben usarse con precaución, pues interpretan su experiencia religiosa pasada a la luz de sus esfuerzos presentes por restablecer su propia identidad y autoestima.” Coincide con él también el prof. Wilson al escribir: “Los apóstatas suelen ser informantes muy dispuestos, pero los sociólogos por lo general tienen gran cautela con esta fuente de información. Los informantes que son meros contactos y que no tienen motivos personales por lo que dicen, se prefieren antes que aquellos que desean utilizar al investigador para sus propios fines. El desafecto y el apóstata en particular son informantes cuya evidencia debe utilizarse con prudencia.”

En conclusión, vemos que el término apóstata es un término correcto y no necesariamente despectivo, que se refiere solo a una fracción pequeña de ex-testigos de Jehová, concretamente a los que se envuelven activamente en tratar de desacreditar a su anterior religión, a veces trabajando bajo la influencia de grupos religiosos “anti-sectas”. La animosidad de estas personas y su necesidad de justificar sus decisiones contradictorias hacen que su visión de su anterior religión esté notablemente distorsionada, por lo que sus testimonios tienen una credibilidad muy dudosa.

lunes, 10 de octubre de 2011

¿Por qué estuvo un organismo de los testigos de Jehová registrado como ONG en la ONU?


En 1991, una de las corporaciones legales de los testigos de Jehová (Watchtower Bible and Tract Society of New York) se registró en el DIP (Departamento de Información Pública) de las Naciones Unidas como ONG (Organización No Gubernamental) con el propósito de tener acceso al amplio sistema de bibliotecas de la ONU. Esto permitió que un escritor recibiese una tarjeta de identificación para acceder a ciertas bibliotecas de investigación y obtuviese información que fue utilizada para escribir artículos en nuestras revistas. No es ningún secreto.
En el tiempo en que se hizo la primera solicitud no se requería firmar ningún formulario. Años después, sin saberlo la junta directiva de dicha Sociedad, las Naciones Unidas publicaron unos criterios de asociación, donde se estipulaba que las ONG afiliadas debían apoyar los objetivos de la ONU.
Tras conocer la situación en octubre de 2001, se canceló rápidamente su pertenencia como ONG y se devolvió la tarjeta de identificación.

¿Qué acusaciones se han hecho al respecto?

A menudo, los enemigos de los testigos de Jehová crean falsas premisas que hacen que el asunto que deciden criticar parezca tener mayor trascendencia de la que tiene. En este caso, afirman cosas como que los Testigos identifican a la ONU como “la cosa inmunda” que no debe ni tocarse. De eso deducen que la Watchtower violó sus propias enseñanzas al registrarse como miembro de la ONU.
Otra de las afirmaciones es que los criterios para registrarse como ONG son los mismos desde 1968.
También afirman que no hay razón para obtener esta tarjeta de biblioteca, pues la ONU tiene lo que se denomina “bibliotecas depositarias”, que están por todo el mundo y a las que cualquiera puede acceder.

Sobre la supuesta contradicción

En primer lugar, la Biblia y los testigos de Jehová enseñan que la cosa inmunda de la que hay que salirse es la religión falsa, no la ONU. Incluso en la Traducción del Nuevo Mundo hay referencias marginales que relacionan 2 Corintios 6:17 con Revelación (o Apocalipsis) 18.
Lo que los testigos de Jehová han criticado siempre enérgicamente es que se considere a la ONU como la última esperanza de la humanidad o como el Reino de Dios en la Tierra.
¿Es contradictorio con las creencias de los Testigos que éstos tengan relación con un organismo gubernamental?
La Biblia enseña que el mundo actual está en poder del Diablo (Juan 14:30; 1 Juan 5:19), pero al mismo tiempo insta a los cristianos a ser obedientes y respetuosos con los gobiernos (Romanos 13:17; 1 Pedro 2:13, 14). Esto no es una contradicción ni una muestra de hipocresía por parte de los apóstoles. Sencillamente explican que, aunque el Diablo controla de alguna manera este mundo actual, Dios permite que existan gobiernos que logren algún orden y algunos buenos resultados, razón por la que los cristianos deben respetarlos (Romanos 13:1-7).
De hecho, los testigos de Jehová se han registrado legalmente ante muchos gobiernos de la Tierra.
Muchos Testigos firman documentos que afirman que protegerán la constitución o las leyes del país en el que residen, pues no hay ningún conflicto cristiano en acatar los principios de esos gobiernos.
Los principios y objetivos expresados en la carta de la ONU son: “mantener la paz y seguridad internacionales; suprimir los actos de agresión que amenazan la paz mundial; estimular las relaciones amistosas entre naciones; proteger las libertades fundamentales de todos los pueblos sin discriminación de raza, sexo, idioma o religión; y lograr cooperación internacional para resolver problemas económicos, sociales y culturales”.
En esa declaración de principios no hay nada que viole nuestras creencias cristianas. La Sociedad ha declarado: “Los documentos de la inscripción presentados a las Naciones Unidas que tenemos archivados no contienen afirmaciones que entren en conflicto con nuestras creencias cristianas”.
De hecho, la Sociedad había calificado con anterioridad los objetivos de la ONU de “nobles”. Además, no hay conflicto entre el propósito de la Watchtower y el permiso que concede la Carta de la ONU a las naciones de tomar acción militar. La Biblia indica claramente que Dios mismo ha dado a estos gobiernos autoridad para “llevar espada”, y nosotros no negamos tal autoridad (Rom 13:4). Al mismo tiempo, Dios requiere que los cristianos rehúsen personalmente participar en la guerra (Mat 26:52).
Para defender a otros Testigos, la Watchtower también ha acudido recientemente al Tribunal Europeo, a fin de proteger nuestros derechos bajo la Declaración de los derechos humanos de la ONU (véase http://www.jw-media.org/rights/european_court.htm).
Dios va a utilizar a la ONU para destruir a la religión falsa, de modo que ¿por qué no podríamos utilizarla para promover la libertad religiosa y los derechos humanos, siempre y cuando no nos unamos a ella? Podemos compartir sus “ideales” sin promover a la propia ONU como un sustituto del Reino de Dios.
Debe notarse también que los miembros de las Naciones Unidas, como indica su nombre, son naciones. Las ONG registradas no son realmente miembros. En un folleto de la ONU, publicado en Internet en http://www.un.org/spanish/aboutun/ONGs/brochure.htm dice: “Importante: La asociación de una ONG con el DIP no constituye su incorporación al sistema de Naciones Unidas”.

Respecto al cambio en relación entre la ONU y las ONG

Sea cierto o no que los criterios actuales existían grosso modo desde 1968, lo cierto es que en 1991 no se llevaban a la práctica. La Sociedad Watchtower no tuvo que firmar nada parecido cuando solicitó su pertenencia al DIP, ni se le proporcionó ningún documento con un lenguaje que contradijera las creencias de los testigos de Jehová.
Un folleto de la ONU de 1994 evidencia el hecho de que empezaba a haber un cambio en los requisitos oficiales para participar como ONG. En la página seis se dice: “A new relationship between the UN and NGOs is now being created. We have seen this new relationship begin to mature. NGOs are taking on important new responsibilities.” (“Se está creando ahora una nueva relación entre la ONU y las ONG. Hemos visto cómo empieza a madurar esta nueva relación. Las ONG están asumiendo nuevas responsabilidades importantes”).
Luego aparecen los criterios actuales de asociación como ONG que describen la labor de las ONG con un lenguaje con el que los Testigos claramente no concuerdan; animando a la participación política, fortaleciendo y apoyando el sistema de la ONU, etc. Además, en el folleto más reciente declara que hubo de hecho un cambio oficial en la relación con y los requisitos para las ONG (http://www.un.org/spanish/aboutun/ONGs/brochure.htm) Esto es una cita del folleto:

“Más recientemente, en julio de 1996 después de tres años de negociaciones ECOSOC [el Consejo Económico y Social] revisó sus arreglos para las consultas con las ONGs. El resultado fue la Resolución de ECOSOC 1996/31 en que se revisaron los arreglos para las consultas de las ONGs con ECOSOC. (…)Un segundo resultado (…) fue la Decisión 1996/297 que recomendó que la Asamblea General examinara, en su 51 sesión, la CUESTIÓN DE LA PARTICIPACIÓN DE ONGS EN TODAS LAS ÁREAS DE TRABAJO DE LA ONU (…) Como consecuencia, en el Grupo Especial de trabajo de la Asamblea General BUSCANDO EL FORTALECIMIENTO DEL SISTEMA DE LA ONU, se formó un subgrupo de ONGs”.

Esta cita confirma exactamente lo que la Sociedad Watchtower ha dicho: que después de que solicitaron registrarse como ONG hubo un cambio en el lenguaje empleado en los criterios de asociación. Cuando se les hizo saber esto, ellos se retiraron inmediatamente.
Dicho sea de paso, el hecho de que la Watchtower se registrara como ONG, demuestra que se trata de un organismo sin ánimo de lucro. Aunque probablemente los opositores a la obra religiosa de los testigos de Jehová prefieran no prestar atención a esta conclusión.

Respecto a la tarjeta de Biblioteca

En realidad, no toda la información disponible en la ONU está disponible en las bibliotecas depositarias, en contra de lo que afirman los opositores.
La Sociedad Watchtower no se registró como ONG solo para obtener una tarjeta de biblioteca para la “biblioteca principal”; también querían acceder a material de investigación de las “instalaciones bibliotecarias” o la “biblioteca extendida de la ONU”. El sistema bibliotecario al que tienen acceso las ONG registradas en el DIP incluye más que solamente la biblioteca Dag Hammarskjold. Incluye bibliotecas de fotografías, películas y sonido de DIP; acceso al Centro de Recursos de ONG, que ofrece documentos actuales de la ONU; acceso a reuniones, seminarios, conferencias, proyecciones y cursos de idiomas (véase http://www.un.org/spanish/aboutun/ONGs/brochure.htm).
Pero, ¿por qué tener acceso a esta información de la ONU? Entre otras cosas, debe tenerse en cuenta que los testigos de Jehová son a menudo objeto de violaciones de la Carta de la ONU sobre Derechos y Libertades. De acuerdo con la Enciclopedia Americana 2000, los testigos de Jehová han sufrido más persecución en el siglo XX que cualquier otro grupo religioso, con la excepción de los judíos.
Pero cuando damos pasos para proteger a nuestros miembros, incluso esto es demonizado por aquellos que nos odian y tratan de crear una polémica con todo esto. ESTO ES OTRA FORMA DE PERSECUCIÓN

martes, 27 de septiembre de 2011

Los Testigos de Jehová y las vacunas


¿ES VERDAD QUE LOS TESTIGOS DE JEHOVA RECOMENDABAN NO VACUNARSE ENTRE 1931 Y 1952?

Algunos detractores han afirmado erróneamente que las publicaciones de los testigos de Jehová prohibían el uso de vacunas desde 1931 hasta 1952, y lo permitieron después. Aparentemente, hacen esta afirmación tratando de desacreditar nuestra posición actual respecto a las transfusiones de sangre, dando a entender directa o indirectamente que nuestra posición sobre la vacunación era igual de estricta que la de la sangre y que esta también cambiará. También se trata de dar la imagen de que los testigos de Jehová no tienen ninguna credibilidad en asuntos médicos.

Muchos de nuestros detractores demuestran descuido al no comprobar los documentos originales para verificar la validez de sus declaraciones.

Por ejemplo, la declaración de que en fecha tan tardía como los años 50 los testigos de Jehová enseñaban que un cristiano no debía vacunarse, es una falsedad fácil de rebatir. Desde 1944 la Sociedad requería a todos sus representantes que estuviesen vacunados.

En 1944-45, A.H. Macmillan tuvo que animar a ciertos testigos de Jehová encarcelados por objeción de conciencia a que se vacunasen. Escribió: "Uno de los problemas más serios que tuve que tratar era el de las vacunas. Algunos de nuestros muchachos en una prisión (...) se negaron a hacerlo. (...) Les dije que perdíamos el tiempo hablando de los males de la vacuna porque podría decirse mucho a favor y en contra. (...) Además, todos los que visitamos sucursales extranjeras nos vacunamos, o si no, nos quedamos en casa" (A.H. Macmillan, Faith on the March, Págs. 188, 189). También es digno de nota el hecho de que, de los aproximadamente 4.300 Testigos encarcelados en diversas prisiones de Estados Unidos durante la guerra (según Cushman R.E., Civil Liberties in the U.S. p. 96-97, Cornell University Press, Ithaca, N.Y. 1956; Zygmunt J.F. Jehovah's Witnesses in the USA 1942-1976. Social Compass 24, 47, 1977), solo un grupo se negase a aceptar la vacunación obligatoria.

Puesto que muchos Testigos individuales continuaban rechazando las vacunas (al parecer, porque lo consideraban un requisito bíblico), el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová vio la necesidad de dejar el asunto claro. Esto se hizo en la revista La Atalaya en su número del 15 de diciembre de 1952 (edición en inglés): "El aceptar una vacuna es un asunto que debe resolver por sí mismo el individuo que se enfrenta a él. (...) Por tanto, toda la objeción a la vacuna parece carecer de argumentos bíblicos."

Hasta aquí, vemos fácilmente la falsedad de que los testigos de Jehová tuvieran prohibido aceptar vacunas en fecha tan tardía como principios de los años 50. Pero, ¿la tenían prohibida anteriormente? ¿Por qué algunos consideraban antibíblico el uso de la vacuna? ¿Por qué dicen algunos que en 1931 se prohibió su uso?

Esta afirmación se origina por un artículo aparecido en el número del 4 de febrero de 1931 de la revista The Golden Age (La Edad de Oro), en el que se indicaban razones bíblicas de rechazar el uso de la vacuna. Es cierto que ese artículo existe, pero los opositores no suelen mencionar toda la verdad al respecto. El artículo no era un artículo editorial, es decir, no lo escribió el editor ni ningún redactor de la revista, sino que se trata de una contribución de cierto Charles A. Pattillo de Virginia (EE.UU.). El editor no especificó si concordaba o no con la opinión del Sr. Patillo, pero es significativo el hecho de que el artículo se presentase como una mera contribución de alguien ajeno a la propia revista. El asunto no se presentó como una prohibición, sino como una opinión que podía ayudar a tomar una decisión personal.

No menos significativo es el hecho de que, al parecer, la revista The Watchtower (La Atalaya) no mencionó nunca el asunto. La Atalaya era por entonces (hasta los años 40) una publicación interna solo para los testigos de Jehová, y era allí donde se trataban los asuntos bíblicos de mayor importancia para los propios Testigos, mientras que la revista The Golden Age era una publicación para el público, que tocaba asuntos más generales, de modo parecido a la moderna revista ¡Despertad! Ningún opositor ha sido capaz de mostrar ninguna mención en contra de las vacunas en La Atalaya ni en ninguna otra publicación aparte de The Golden Age. No existe ningún indicio de que el uso de la vacuna se considerase tan grave como para merecer ningún tipo de medidas disciplinarias; menos aún la expulsión. En definitiva, la postura al respecto era muy diferente a la postura actual con respecto a la sangre.

Por otro lado, la opinión de que las vacunas podían suponer una violación de la ley divina sobre la sangre resulta comprensible teniendo en cuenta que el suero de algunas vacunas se producía en sangre animal. Es muy importante tener en cuenta el contexto histórico de este y otros artículos de The Golden Age.

Esto nos lleva a otra cuestión: aparte del artículo de febrero de 1931, en la revista se incluyeron en varias ocasiones comentarios muy críticos con las vacunas, no desde un punto de vista bíblico, sino desde un punto de vista médico. ¿Eran esos comentarios algo injustificado, propio de personas ignorantes, como lo enfocan los enemigos de los testigos de Jehová?

Probablemente, la primera vez que se mencionó una opinión crítica con el uso de la vacuna fue en The Golden Age del 12 de octubre de 1921, y la última mención negativa fue en la revista Consolation (Consolación, nuevo nombre de The Golden Age) del 31 de mayo de 1939. No era un asunto que se tratase muy a menudo; se encuentran citas, la mayoría de ellas breves, una vez cada año o cada dos años como promedio (lo cual no es mucho para una revista que se publicaba cada dos semanas). 


Nuestros detractores tampoco ponen las cosas en su debida perspectiva. No tienen en consideración el punto de vista común que tenían muchas personas ajenas a los Testigos por aquel entonces.


VACUNAS A PRINCIPIO DEL SIGLO VEINTE, ¿ERAN SEGURAS?


"La vacunación era un asunto altamente polémico en sus primeros tiempos, con discusiones válidas y autoridades reputadas en ambos bandos.

En contra de la vacunación se encontraban personas como:
 
1) el respetado naturalista Alfred Russell Wallace,
http://es.wikipedia.org/wiki/Alfred_Russel_Wallace 
 
2) el profesor Charles Creighton, que escribió un artículo contra la vacunación para la Enciclopedia Británica,
http://en.wikipedia.org/wiki/Charles_Creighton
 
3)el famoso escritor George Bernard Shaw.
http://es.wikipedia.org/wiki/George_Bernard_Shaw

Las publicaciones de los testigos de Jehová tratan de presentar información médica actualizada a sus lectores y en justicia no se les puede criticar a ellos más que a científicos y otras autoridades religiosas de la época.


¿Cómo se veía el uso de las vacunas a principios del siglo XX? ¿Cuál era el método utilizado para inmunizar a las personas?

El método principal en el siglo XIX y principios del XX era infectar a una persona con una variante "suave" (o atenuada) del virus; después, se hacía que la persona volviera al cabo de siete días, cuando aparecían las bolsas de pus; el pus o la costra se raspaba y se utilizaba para infectar directamente a la persona siguiente, que volvería en siete días, y así sucesivamente. Ahora, ¿quién aceptaría hoy en día que se les hiciera esto a sus hijos? Así pues, quizás poner los comentarios de "The Golden Age" (ahora:"Despertad") en su perspectiva histórica apropiada puede ayudar a uno a ver cuán cegados de obstinación pueden estar algunos de nuestros detractores en sus campañas contra los testigos de Jehová:


Con la típica moderación inglesa, la Enciclopedia Britannica indica:


“A mediados del siglo XX, aún se carecía de datos estadísticos adecuados referentes a la eficacia en seres humanos de algunas de las vacunas víricas."


En 1913, la National Anti-Vaccination League (Liga nacional contra la vacunación, de la que era miembro Alfred Russel Wallace) de Gran Bretaña publicó un folleto titulado Is vaccination a Disastrous Delusion? (¿Es la vacunación un engaño desastroso?). El folleto condenaba la práctica como "ultraje monstruoso e indefendible contra el sentido común y los derechos personales sagrados de cada humano, y especialmente de cada inglés."


El escritor George Bernard Shaw, quien había sido miembro del Health Committee of London Borough Council (Comité de salud del Consejo del barrio de Londres) publicó declaraciones como las siguientes, entre otras: “La vacunación obligatoria es un crimen y debería ser castigada como tal. (...) La vacuna mata más gente que la viruela.” (del artículo “La vacunación es un crimen”, tomado de la revista “Naturalismo”, de Barcelona). “En el presente, las personas inteligentes no hacen vacunar a sus hijos, ni les obliga hoy a ello la ley. El resultado no es, como profetizaron los seguidores de Jenner, el exterminio de la raza humana por la viruela; por el contrario, hoy muere más gente por la vacuna que por la viruela” (publicado en el Irish Times del 9 de agosto de 1944).


En el otoño de 1901, en Filadelfia había no menos de 36 casos de tétanos o de trismo debidos, según se admitió, a las vacunas, y casi todos eran mortales. Después de un estudio de estos y de otros 59 casos similares, el prominente médico y profesor de Filadelfia Joseph McFarland, ardiente defensor de la vacunación, llegó a la conclusión de que -incluso donde se habían tomado las precauciones más extremas- el peligro residía en la transmisión a la vacuna en sí del agente causante de la enfermedad. Entonces, sin tener en cuenta el hecho de que el agente causante de la enfermedad estaba en el mismo líquido tomado de las heridas infectadas, y que el agente todavía quedaba peligrosamente poco atenuado en la vacuna preparada de esta fuente, él siguió recomendando ignorantemente la preparación de la vacuna, esto a pesar de el hecho de que la ciencia médica de su día no estaba preparada para la puesta en práctica eficaz de su recomendación de que se ponga el mayor cuidado en la preparación de la vacuna (John Pitcairn, The Fallacy Of Vaccination, 1911, citando de Joseph McFarland, Tetanus And Vaccination -- An Analytical Study Of Ninety-five Cases Of This Rare Complication, 1902).


En Inglaterra y Gales encontramos que, entre 1881 y 1907, se registraron 1.108 muertes debidas a la vacunación, con un promedio de una muerte cada semana durante los primeros dieciséis años (The Registrar-General's Report of Births.
Deaths and Marriages in England and Wales, vols. XLIV-LXX). Recordemos, también, que las mismas personas que realizaban vacunaciones admitieron que todas estas 1.108 muertes habían sido debidas a la misma. Sobre esto, el profesor Alfred R. Wallace dijo que solo en Inglaterra y País de Gales el uso de la vacuna era la causa probable cada año de 10.000 muertes; muertes por cinco enfermedades del carácter más terrible y repugnante, introducidas por el virus contenido en las vacunas (Alfred Russell Wallace. LL.D., Forty-Five Years Of Registration Statistics, Proving Vaccination To Be Both Useless And Dangerous, segunda edición, Londres, 1889, p. 38).


Apenas empezaban a desarrollarse formas más seguras de vacunación a principios del siglo XX. No fue hasta 1931 que Woodruff y Goodpasture desarrollaron el huevo de gallina como medio de cultivo para muchos virus (Woodruff, A. y E. Goodpasture The susceptibility of the chorio-allantoic membrane of chick embryos to infection with the fowl-pox virus, 1931. Am. J. Path. 7: 209-222). No fue hasta principios de los años 50 que Salk desarrolló su vacuna más segura y más eficaz (Jane Smith, Patenting The Sun). No fue hasta 1954 que se hicieron pruebas a gran escala de las vacunas de Salk que probaban su eficacia. "
Podrían citarse muchos más datos y opiniones de la época, pero lo aquí expuesto debería bastar para mostrar que los testigos de Jehová estaban plenamente justificados en los años 20 y 30 para tener una opinión negativa respecto a este asunto. No es coherente criticarlos solo a ellos por una postura compartida por muchas otras personas, incluso ministros religiosos de otras confesiones; nuestras publicaciones se hicieron eco de algo que era común en la época (incluso hoy en día hay múltiples voces que se alzan en contra de la vacunación).
Estos ataques suelen terminar con una melodramática 
alusión a los testigos de Jehová que supuestamente murieron por negarse a aceptar la vacunación (de nuevo tratando de establecer un paralelo con la cuestión de las transfusiones de sangre). Ya hemos mostrado que no existía una postura oficial ni se tomaban medidas al respecto. Ahora bien, ¿puede alguien dar el nombre de un solo testigo de Jehová que muriera por rechazar el uso de la vacuna? Incluso si alguien pudiera ofrecer una cifra, siquiera aproximada, todavía tendría que contrastarla con la de los que murieron precisamente debido al uso de la vacuna. Solo podemos imaginar cuántas personas en aquellos años se contagiaron de poliomielitis y otras enfermedades evitables y cuántos murieron realmente de tétanos, de rabia, de influenza, o de otras infecciones debido a aceptar vacunas. Por supuesto, no sería justo culpar de estas muertes al clero opuesto a los testigos de Jehová, pues por entonces muchos de ellos declaraban en realidad lo mismo que los Testigos. 

Es triste que nuestros detractores no publiquen estos hechos. ¿Hace falta preguntar por qué? Solo hay dos razones posibles: o son ignorantes, o engañan deliberadamente y quieren mantener a otros en ignorancia.

viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Se realizaron sus expectativas?


En ciertas ocasiones los Estudiantes de la Biblia abrigaron esperanzas y expectativas que les atrajeron la mofa de sus críticos. Sin embargo, todas aquellas esperanzas y expectativas estaban arraigadas en el vivo deseo de ver el cumplimiento de lo que estos celosos cristianos consideraban promesas infalibles de Dios.
Por su estudio de las Escrituras inspiradas sabían que Jehová había prometido bendiciones para todas las naciones de la Tierra mediante la descendencia de Abrahán. (Gén. 12:1-3; 22:15-18.) Vieron en la Palabra de Dios la promesa de que el Hijo del hombre gobernaría como Rey celestial sobre toda la Tierra, que un rebaño pequeño de fieles sería tomado de la Tierra para participar con él en su Reino y que estos gobernarían en calidad de reyes durante mil años. (Dan. 7:13, 14; Luc. 12:32; Rev. 5:9, 10; 14:1-5; 20:6.) Sabían que Jesús había prometido volver para llevarse a aquellos para quienes había preparado un lugar en el cielo. (Juan 14:1-3.) Conocían la promesa de que el Mesías también escogería a algunos de sus fieles antepasados para que fueran príncipes en toda la Tierra. (Sal. 45:16.) Sabían que las Escrituras predecían el fin del inicuo sistema de cosas y se daban cuenta de que dicho suceso estaba relacionado con la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso en Armagedón. (Mat. 24:3; Rev. 16:14, 16.) Les impresionaban mucho los pasajes que muestran que la Tierra fue creada para ser habitada siempre, que los que vivieran en ella habrían de tener verdadera paz y que todos los que ejercieran fe en el sacrificio humano perfecto de Jesús podrían gozar de vida en el Paraíso por toda la eternidad. (Isa. 2:4; 45:18; Luc. 23:42, 43; Juan 3:16.)
Era de esperar que desearan saber cuándo y cómo tendrían lugar tales sucesos. ¿Suministraban las Escrituras inspiradas alguna clave para ello?
Basándose en la cronología bíblica expuesta originalmente por el inglés Christopher Bowen, creían que en 1873 habían concluido seis mil años de historia humana, que a partir de entonces se hallaban en el séptimo período de mil años de la historia del hombre y que indudablemente estaba próxima la aurora del Milenio predicho. La serie de libros llamada Millennial Dawn (La Aurora del Milenio), más tarde denominada Studies in the Scriptures (Estudios de las Escrituras), escrita por C. T. Russell, señaló lo que estos hechos implicaban de acuerdo con lo que los Estudiantes de la Biblia entendían de las Escrituras.
Otro elemento que consideraban un posible indicador de tiempo era el que Dios hubiera instituido en el antiguo Israel la celebración de un Jubileo, un año de liberación, cada cincuenta años. El Jubileo tenía lugar cada siete septenios, y cada septenio concluía con un año sabático. Durante el año del Jubileo se ponía en libertad a los esclavos hebreos y se restituían a sus antiguos herederos las tierras que hubieran sido vendidas. (Lev. 25:8-10.) Los cálculos basados en este ciclo de años los llevaron a concluir que en el otoño de 1874 podría haber comenzado un Jubileo mayor para toda la Tierra, que aparentemente en ese año el Señor había vuelto y había comenzado su presencia invisible, y que habían llegado “los tiempos de la restitución de todas las cosas”. (Hech. 3:19-21, Cantera-Pabón.)
Así mismo, partiendo de la premisa de que los sucesos del siglo I podían tener su paralelo en sucesos relacionados de tiempos posteriores, concluyeron que si el bautismo y el ungimiento de Jesús en el otoño de 29 E.C. correspondían con el inicio de su presencia invisible en 1874, entonces el que él entrara cabalgando como Rey en Jerusalén en la primavera de 33 E.C. indicaría que Jesús asumiría el poder como Rey celestial en la primavera de 1878. También creían que entonces recibirían su recompensa celestial. Al no realizarse esto, concluyeron que, puesto que los seguidores ungidos de Jesús habrían de gobernar con él en el Reino, en aquel tiempo había empezado la resurrección a la vida espiritual de los que ya dormían en la muerte. De igual modo razonaron que el que Dios dejara de mostrar favor especial al Israel natural en 36 E.C. podría indicar que en 1881 se cerraría la oportunidad especial de formar parte del Israel espiritual.
En su discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás”, pronunciado el 21 de marzo de 1920 en el “Hippodrome”, un teatro de la ciudad de Nueva York, el hermano J. F. Rutherford centró la atención en el año 1925. ¿Sobre qué base parecía significativo? Un folleto publicado aquel mismo año de 1920 indicó que si se calculaban 70 Jubileos completos desde la fecha en que, según se creía, Israel había entrado en la Tierra Prometida (en vez de contar desde después del último Jubileo típico anterior al destierro en Babilonia hasta el principio del año del Jubileo que concluye el ciclo quincuagésimo), se llegaría al año 1925. Tomando como base lo que decía el folleto, muchos creyeron que quizás los restantes del rebaño pequeño recibirían su recompensa celestial para 1925. También se relacionaba dicho año con la esperada resurrección de los siervos fieles de Dios de antes del cristianismo para que sirvieran en la Tierra como representantes principescos del Reino celestial. Si aquello realmente sucedía, querría decir que la humanidad habría entrado en una era en que cesaría el dominio de la muerte, y millones de personas que entonces estuvieran vivas podrían esperar permanecer en la Tierra sin morir jamás. ¡Qué feliz perspectiva! Aunque era una perspectiva equivocada, la comunicaron a otros con gran entusiasmo.
Más tarde, durante los años 1935 a 1944, un examen de toda la cronología bíblica puso de manifiesto que la mala traducción de Hechos 13:19, 20 de la Versión Autorizada (con la que coinciden versiones españolas como la Reina-Valera), junto con otros factores, había desviado la cronología en más de un siglo. Esta revelación hizo concebir la idea —unas veces expresada como una posibilidad y otras con mayor seguridad— de que, puesto que el séptimo milenio de la historia humana empezaría en 1975, los sucesos enlazados con el principio del Reinado Milenario de Cristo podrían empezar a realizarse ese año.
¿Resultaron correctas las creencias de los testigos de Jehová en estos asuntos? Los Testigos de ningún modo erraron al creer que Dios sin falta cumpliría lo que había prometido. Sin embargo, algunos de sus cálculos de tiempo y las expectativas relacionadas con estos ocasionaron serias decepciones.
Después de 1925 se registró un descenso espectacular en la asistencia a las reuniones en algunas congregaciones de Francia y Suiza. También en 1975 hubo desilusión cuando las expectativas sobre el comienzo del Milenio no se realizaron. Como resultado, algunos se apartaron de la organización. Otros fueron expulsados por tratar de subvertir la fe de sus compañeros. No cabe duda de que la desilusión en cuanto a la fecha fue un factor importante, pero en algunos casos la raíz del problema era más profunda. Ciertos individuos también arguyeron en contra de la necesidad de participar en el ministerio de casa en casa. Algunos no se conformaron con simplemente seguir su propio camino, sino que agredieron a la organización con la que se habían asociado y se valieron de la prensa y la televisión para exponer en público sus puntos de vista. No obstante, el número de desertores fue relativamente pequeño.
Si bien el resultado de estas pruebas fue un zarandeo y algunos desaparecieron como la paja cuando se avienta el trigo, otros permanecieron firmes. ¿Por qué? Jules Feller explicó respecto a su propia experiencia y la de otros en 1925: “Los que habían cifrado su confianza en Jehová permanecieron firmes y siguieron predicando”. Reconocieron que se había cometido un error, pero que la Palabra de Dios no había fallado en ningún aspecto, y que por lo tanto no había razón para dejar que su esperanza se nublara ni para aflojar el paso en la obra de dirigir a la gente al Reino de Dios como la única esperanza de la humanidad.
El hecho de que algunas expectativas no se hubieran realizado no significaba que la cronología bíblica careciera de valor. La profecía de Daniel referente a la aparición del Mesías 69 semanas de años después de “la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén” se cumplió en el momento preciso, en 29 E.C. (Dan. 9:24-27.) La profecía bíblica también señalaba al año 1914.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

1975, ¿qué sucedió realmente?


Por mucho tiempo los Testigos habían compartido la creencia de que al cumplirse seis mil años de historia humana comenzaría el Reinado Milenario de Cristo. Pero ¿cuándo terminarían los seis mil años de existencia humana? El libro Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios, presentado en una serie de asambleas de distrito celebradas en 1966, señalaba al año 1975. En aquella asamblea, mientras los hermanos examinaban su contenido, el nuevo libro provocó muchos comentarios en cuanto a 1975.
En la asamblea que se celebró en Baltimore (Maryland), F. W. Franz presentó el discurso de conclusión. Comenzó diciendo: “Precisamente antes de subir a la plataforma un joven vino a verme y dijo: ‘Díganos, ¿qué significa esto de 1975?’”. El hermano Franz entonces se refirió a las muchas preguntas que habían surgido en cuanto a si la información del nuevo libro significaba que para 1975 habría terminado el Armagedón y Satanás habría sido atado. En esencia dijo: ‘Pudiera ser. Pero eso no es lo que decimos. Para Dios todo es posible. Pero eso no es lo que decimos. Y que ninguno de ustedes diga algo específico sobre lo que va a suceder de aquí a 1975. Pero el punto importante, estimados hermanos, es este: El tiempo es corto. El tiempo se está acabando, y no hay duda de ello’.
En los años que siguieron a 1966 muchos testigos de Jehová obraron en armonía con el espíritu de aquel consejo. Sin embargo, se publicaron otras declaraciones sobre esta cuestión, y algunas fueron probablemente más categóricas de lo recomendable. Se reconoció este hecho en La Atalaya del 15 de septiembre de 1980 (página 17). Pero también se advirtió a los testigos de Jehová que se concentraran principalmente en hacer la voluntad de Jehová y no se preocuparan mucho por las fechas ni estuvieran a la expectativa de una salvación inminente.
 Si permanecemos fieles, Dios no dejará que cometamos errores fatales. Pero a veces nos permite estar en error a fin de que podamos ver lo necesario que es el que siempre acudamos a él y a su Palabra. Esto fortalece nuestra relación con él y nuestro aguante y perseverancia mientras esperamos. De nuestros errores aprendemos que es necesario ser más cuidadosos en el futuro. Entre los cristianos, en todo momento a través de los siglos ha habido un muy fuerte deseo de que el nuevo sistema de cosas tome control completo de la Tierra. Y debido a lo breve de la duración de vida de ellos mismos, sin duda anhelaron que llegara durante el espacio de tiempo particular en que vivían. En más de una ocasión a través de la historia, personas que han tratado de mantener “muy presente” el tiempo del juicio de Dios han llegado a estar demasiado deseosas de ver la llegada de ese día, y en su propia mente han tratado de apresurar la llegada de los sucesos deseados. (2 Ped. 3:12) Por ejemplo, en el primer siglo el apóstol Pablo tuvo que escribir de este modo a los cristianos de Tesalónica, según leemos en 2 Tesalonicenses 2:1-3: “Sin embargo, hermanos, tocante a la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros reunidos a él, les solicitamos que no se dejen sacudir prontamente de su razón, ni se dejen excitar tampoco por medio de una expresión inspirada, ni por medio de un mensaje verbal, ni por medio de una carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová está aquí. Que nadie los seduzca de manera alguna, porque no vendrá a menos que primero venga la apostasía y el hombre de desafuero quede revelado, el hijo de la destrucción.”
En tiempos modernos ese intenso anhelo, encomiable en sí mismo, ha conducido a intentos de fijar fechas para el momento deseado en que a personas de toda la Tierra se les librará del sufrimiento y las dificultades que experimentan. Con la publicación del libro Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios, y sus comentarios en cuanto a lo apropiado que sería que el reino milenario de Cristo concurriera con el séptimo milenio de la existencia del hombre, surgió considerable expectación respecto al año 1975. En ese entonces, y después de eso, se hicieron declaraciones que recalcaban que esto solo era una posibilidad. Sin embargo, y desafortunadamente, junto con tal información de índole preventiva, se publicaron otras declaraciones que implicaban que, más que una simple posibilidad, el que para aquel año llegara aquella realización de las esperanzas era una probabilidad. Es de lamentarse el hecho de que aparentemente aquellas últimas declaraciones eclipsaron las declaraciones de índole preventiva y contribuyeron a edificar la expectación que ya se había iniciado.
En su número del 1 de diciembre de 1976, La Atalaya, comentando sobre lo poco aconsejable de fijar nuestras expectativas en alguna fecha específica, declaró: “Si alguien ha resultado desilusionado por no haber seguido este modo de pensar, debe concentrarse ahora en ajustar su punto de vista, al ver que no fue la palabra de Dios la que le falló o lo engañó y le trajo desilusión, sino que su propio entendimiento se basó en premisas incorrectas.” Al decir “alguien,” La Atalaya incluyó a todos los testigos de Jehová desilusionados, y por tanto incluyó a las personas que tuvieron que ver con la publicación de la información que contribuyó a edificar esperanzas que giraron en torno a aquella fecha.
Sin embargo, no hay razón alguna para que suframos una sacudida en la fe que tenemos en las promesas de Dios. Más bien, como consecuencia de esto, todos nos sentimos impulsados a hacer un examen más cuidadoso de las Escrituras con respecto a este asunto de un día de juicio. Al hacer eso, hallamos que la cosa importante no es la fecha. Lo que es importante es mantener siempre presente que hay tal día... y ese día se está acercando y exigirá que todos nosotros rindamos cuenta. Pedro dijo que era correcto que los cristianos estuvieran “esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová.” (2 Ped. 3:12) Lo que es importante de parte del cristiano no es cierta fecha futura, sino la vida que vive de día en día. El cristiano no debe vivir ni un solo día sin tener presente que está bajo el cuidado y la dirección amorosa de Jehová y que debe someterse a éstos, teniendo también presente que debe dar cuenta de sus acciones.
Jesús suministró la razón por la cual debemos mantener tal punto de vista, cuando dijo: “Porque el Hijo del hombre está destinado a venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su comportamiento.” (Mat. 16:27) El apóstol Pablo también señaló que: “Todos estaremos de pie ante el tribunal de Dios . . . De manera que cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios.” (Rom. 14:10-12) Y, “todos nosotros tenemos que ser puestos de manifiesto ante el tribunal del Cristo, para que cada uno reciba su retribución por las cosas hechas por medio del cuerpo, según las cosas que haya practicado, sea cosa buena o vil.” (2 Cor. 5:10) ¿Cuánto tiempo tenemos antes de ese momento de rendir cuentas? Jesús dijo: “El que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.” (Mat. 24:13) ¿Cuándo es “el fin”? Ese fin puede venir o al final de este sistema de cosas o con la muerte misma del individuo antes de eso. ¿Cuánto tiempo, pues, tiene cada uno de nosotros? Nadie puede calcular el día en que morirá. Igualmente, Jesús dijo a sus apóstoles acerca del tiempo en que se había de establecer el reino de Dios: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción.” (Hech. 1:7) Se nos hace imposible averiguar con anticipación cuándo viene el fin del mundo.
 El apóstol Pedro dijo a los cristianos del primer siglo que Dios les había dado una “esperanza viva.” (1 Ped. 1:3) Nosotros también tenemos una esperanza verdadera con relación a las cosas que están por venir. Puesto que lo que esperamos no ha llegado —aún no vemos cumplida la esperanza— ¿hemos de darnos por vencidos? El apóstol Pablo dijo: “Si esperamos lo que no vemos, seguimos aguardándolo con perseverancia.” (Rom. 8:25) Por lo tanto, si las cosas no parecen estar desenvolviéndose como habíamos esperado, eso nos da más razón aún para manifestar aguante con perseverancia y para fortalecer la esperanza. Esto significa que, una vez que hayamos escogido el camino de la vida verdadera, el mejor y, de hecho, el único camino, debemos adherirnos a esa decisión. No podemos confiar en que veremos realizada esa esperanza si somos personas que titubean, personas inestables. (Sant. 1:6-8) Hicimos la selección en una dedicación a Dios y la simbolizamos por bautismo. Pero cada día todos nos enfrentamos a problemas que requieren que tomemos decisiones y hagamos selecciones más pequeñas en armonía con esa primera gran decisión. ¿Podemos continuar haciendo día tras día las selecciones correctas que nos mantienen en el camino que conduce a la vida? ¿Podemos estar seguros de que en realidad veremos cumplida a plenitud nuestra esperanza con el tiempo?