martes, 27 de septiembre de 2011

Los Testigos de Jehová y las vacunas


¿ES VERDAD QUE LOS TESTIGOS DE JEHOVA RECOMENDABAN NO VACUNARSE ENTRE 1931 Y 1952?

Algunos detractores han afirmado erróneamente que las publicaciones de los testigos de Jehová prohibían el uso de vacunas desde 1931 hasta 1952, y lo permitieron después. Aparentemente, hacen esta afirmación tratando de desacreditar nuestra posición actual respecto a las transfusiones de sangre, dando a entender directa o indirectamente que nuestra posición sobre la vacunación era igual de estricta que la de la sangre y que esta también cambiará. También se trata de dar la imagen de que los testigos de Jehová no tienen ninguna credibilidad en asuntos médicos.

Muchos de nuestros detractores demuestran descuido al no comprobar los documentos originales para verificar la validez de sus declaraciones.

Por ejemplo, la declaración de que en fecha tan tardía como los años 50 los testigos de Jehová enseñaban que un cristiano no debía vacunarse, es una falsedad fácil de rebatir. Desde 1944 la Sociedad requería a todos sus representantes que estuviesen vacunados.

En 1944-45, A.H. Macmillan tuvo que animar a ciertos testigos de Jehová encarcelados por objeción de conciencia a que se vacunasen. Escribió: "Uno de los problemas más serios que tuve que tratar era el de las vacunas. Algunos de nuestros muchachos en una prisión (...) se negaron a hacerlo. (...) Les dije que perdíamos el tiempo hablando de los males de la vacuna porque podría decirse mucho a favor y en contra. (...) Además, todos los que visitamos sucursales extranjeras nos vacunamos, o si no, nos quedamos en casa" (A.H. Macmillan, Faith on the March, Págs. 188, 189). También es digno de nota el hecho de que, de los aproximadamente 4.300 Testigos encarcelados en diversas prisiones de Estados Unidos durante la guerra (según Cushman R.E., Civil Liberties in the U.S. p. 96-97, Cornell University Press, Ithaca, N.Y. 1956; Zygmunt J.F. Jehovah's Witnesses in the USA 1942-1976. Social Compass 24, 47, 1977), solo un grupo se negase a aceptar la vacunación obligatoria.

Puesto que muchos Testigos individuales continuaban rechazando las vacunas (al parecer, porque lo consideraban un requisito bíblico), el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová vio la necesidad de dejar el asunto claro. Esto se hizo en la revista La Atalaya en su número del 15 de diciembre de 1952 (edición en inglés): "El aceptar una vacuna es un asunto que debe resolver por sí mismo el individuo que se enfrenta a él. (...) Por tanto, toda la objeción a la vacuna parece carecer de argumentos bíblicos."

Hasta aquí, vemos fácilmente la falsedad de que los testigos de Jehová tuvieran prohibido aceptar vacunas en fecha tan tardía como principios de los años 50. Pero, ¿la tenían prohibida anteriormente? ¿Por qué algunos consideraban antibíblico el uso de la vacuna? ¿Por qué dicen algunos que en 1931 se prohibió su uso?

Esta afirmación se origina por un artículo aparecido en el número del 4 de febrero de 1931 de la revista The Golden Age (La Edad de Oro), en el que se indicaban razones bíblicas de rechazar el uso de la vacuna. Es cierto que ese artículo existe, pero los opositores no suelen mencionar toda la verdad al respecto. El artículo no era un artículo editorial, es decir, no lo escribió el editor ni ningún redactor de la revista, sino que se trata de una contribución de cierto Charles A. Pattillo de Virginia (EE.UU.). El editor no especificó si concordaba o no con la opinión del Sr. Patillo, pero es significativo el hecho de que el artículo se presentase como una mera contribución de alguien ajeno a la propia revista. El asunto no se presentó como una prohibición, sino como una opinión que podía ayudar a tomar una decisión personal.

No menos significativo es el hecho de que, al parecer, la revista The Watchtower (La Atalaya) no mencionó nunca el asunto. La Atalaya era por entonces (hasta los años 40) una publicación interna solo para los testigos de Jehová, y era allí donde se trataban los asuntos bíblicos de mayor importancia para los propios Testigos, mientras que la revista The Golden Age era una publicación para el público, que tocaba asuntos más generales, de modo parecido a la moderna revista ¡Despertad! Ningún opositor ha sido capaz de mostrar ninguna mención en contra de las vacunas en La Atalaya ni en ninguna otra publicación aparte de The Golden Age. No existe ningún indicio de que el uso de la vacuna se considerase tan grave como para merecer ningún tipo de medidas disciplinarias; menos aún la expulsión. En definitiva, la postura al respecto era muy diferente a la postura actual con respecto a la sangre.

Por otro lado, la opinión de que las vacunas podían suponer una violación de la ley divina sobre la sangre resulta comprensible teniendo en cuenta que el suero de algunas vacunas se producía en sangre animal. Es muy importante tener en cuenta el contexto histórico de este y otros artículos de The Golden Age.

Esto nos lleva a otra cuestión: aparte del artículo de febrero de 1931, en la revista se incluyeron en varias ocasiones comentarios muy críticos con las vacunas, no desde un punto de vista bíblico, sino desde un punto de vista médico. ¿Eran esos comentarios algo injustificado, propio de personas ignorantes, como lo enfocan los enemigos de los testigos de Jehová?

Probablemente, la primera vez que se mencionó una opinión crítica con el uso de la vacuna fue en The Golden Age del 12 de octubre de 1921, y la última mención negativa fue en la revista Consolation (Consolación, nuevo nombre de The Golden Age) del 31 de mayo de 1939. No era un asunto que se tratase muy a menudo; se encuentran citas, la mayoría de ellas breves, una vez cada año o cada dos años como promedio (lo cual no es mucho para una revista que se publicaba cada dos semanas). 


Nuestros detractores tampoco ponen las cosas en su debida perspectiva. No tienen en consideración el punto de vista común que tenían muchas personas ajenas a los Testigos por aquel entonces.


VACUNAS A PRINCIPIO DEL SIGLO VEINTE, ¿ERAN SEGURAS?


"La vacunación era un asunto altamente polémico en sus primeros tiempos, con discusiones válidas y autoridades reputadas en ambos bandos.

En contra de la vacunación se encontraban personas como:
 
1) el respetado naturalista Alfred Russell Wallace,
http://es.wikipedia.org/wiki/Alfred_Russel_Wallace 
 
2) el profesor Charles Creighton, que escribió un artículo contra la vacunación para la Enciclopedia Británica,
http://en.wikipedia.org/wiki/Charles_Creighton
 
3)el famoso escritor George Bernard Shaw.
http://es.wikipedia.org/wiki/George_Bernard_Shaw

Las publicaciones de los testigos de Jehová tratan de presentar información médica actualizada a sus lectores y en justicia no se les puede criticar a ellos más que a científicos y otras autoridades religiosas de la época.


¿Cómo se veía el uso de las vacunas a principios del siglo XX? ¿Cuál era el método utilizado para inmunizar a las personas?

El método principal en el siglo XIX y principios del XX era infectar a una persona con una variante "suave" (o atenuada) del virus; después, se hacía que la persona volviera al cabo de siete días, cuando aparecían las bolsas de pus; el pus o la costra se raspaba y se utilizaba para infectar directamente a la persona siguiente, que volvería en siete días, y así sucesivamente. Ahora, ¿quién aceptaría hoy en día que se les hiciera esto a sus hijos? Así pues, quizás poner los comentarios de "The Golden Age" (ahora:"Despertad") en su perspectiva histórica apropiada puede ayudar a uno a ver cuán cegados de obstinación pueden estar algunos de nuestros detractores en sus campañas contra los testigos de Jehová:


Con la típica moderación inglesa, la Enciclopedia Britannica indica:


“A mediados del siglo XX, aún se carecía de datos estadísticos adecuados referentes a la eficacia en seres humanos de algunas de las vacunas víricas."


En 1913, la National Anti-Vaccination League (Liga nacional contra la vacunación, de la que era miembro Alfred Russel Wallace) de Gran Bretaña publicó un folleto titulado Is vaccination a Disastrous Delusion? (¿Es la vacunación un engaño desastroso?). El folleto condenaba la práctica como "ultraje monstruoso e indefendible contra el sentido común y los derechos personales sagrados de cada humano, y especialmente de cada inglés."


El escritor George Bernard Shaw, quien había sido miembro del Health Committee of London Borough Council (Comité de salud del Consejo del barrio de Londres) publicó declaraciones como las siguientes, entre otras: “La vacunación obligatoria es un crimen y debería ser castigada como tal. (...) La vacuna mata más gente que la viruela.” (del artículo “La vacunación es un crimen”, tomado de la revista “Naturalismo”, de Barcelona). “En el presente, las personas inteligentes no hacen vacunar a sus hijos, ni les obliga hoy a ello la ley. El resultado no es, como profetizaron los seguidores de Jenner, el exterminio de la raza humana por la viruela; por el contrario, hoy muere más gente por la vacuna que por la viruela” (publicado en el Irish Times del 9 de agosto de 1944).


En el otoño de 1901, en Filadelfia había no menos de 36 casos de tétanos o de trismo debidos, según se admitió, a las vacunas, y casi todos eran mortales. Después de un estudio de estos y de otros 59 casos similares, el prominente médico y profesor de Filadelfia Joseph McFarland, ardiente defensor de la vacunación, llegó a la conclusión de que -incluso donde se habían tomado las precauciones más extremas- el peligro residía en la transmisión a la vacuna en sí del agente causante de la enfermedad. Entonces, sin tener en cuenta el hecho de que el agente causante de la enfermedad estaba en el mismo líquido tomado de las heridas infectadas, y que el agente todavía quedaba peligrosamente poco atenuado en la vacuna preparada de esta fuente, él siguió recomendando ignorantemente la preparación de la vacuna, esto a pesar de el hecho de que la ciencia médica de su día no estaba preparada para la puesta en práctica eficaz de su recomendación de que se ponga el mayor cuidado en la preparación de la vacuna (John Pitcairn, The Fallacy Of Vaccination, 1911, citando de Joseph McFarland, Tetanus And Vaccination -- An Analytical Study Of Ninety-five Cases Of This Rare Complication, 1902).


En Inglaterra y Gales encontramos que, entre 1881 y 1907, se registraron 1.108 muertes debidas a la vacunación, con un promedio de una muerte cada semana durante los primeros dieciséis años (The Registrar-General's Report of Births.
Deaths and Marriages in England and Wales, vols. XLIV-LXX). Recordemos, también, que las mismas personas que realizaban vacunaciones admitieron que todas estas 1.108 muertes habían sido debidas a la misma. Sobre esto, el profesor Alfred R. Wallace dijo que solo en Inglaterra y País de Gales el uso de la vacuna era la causa probable cada año de 10.000 muertes; muertes por cinco enfermedades del carácter más terrible y repugnante, introducidas por el virus contenido en las vacunas (Alfred Russell Wallace. LL.D., Forty-Five Years Of Registration Statistics, Proving Vaccination To Be Both Useless And Dangerous, segunda edición, Londres, 1889, p. 38).


Apenas empezaban a desarrollarse formas más seguras de vacunación a principios del siglo XX. No fue hasta 1931 que Woodruff y Goodpasture desarrollaron el huevo de gallina como medio de cultivo para muchos virus (Woodruff, A. y E. Goodpasture The susceptibility of the chorio-allantoic membrane of chick embryos to infection with the fowl-pox virus, 1931. Am. J. Path. 7: 209-222). No fue hasta principios de los años 50 que Salk desarrolló su vacuna más segura y más eficaz (Jane Smith, Patenting The Sun). No fue hasta 1954 que se hicieron pruebas a gran escala de las vacunas de Salk que probaban su eficacia. "
Podrían citarse muchos más datos y opiniones de la época, pero lo aquí expuesto debería bastar para mostrar que los testigos de Jehová estaban plenamente justificados en los años 20 y 30 para tener una opinión negativa respecto a este asunto. No es coherente criticarlos solo a ellos por una postura compartida por muchas otras personas, incluso ministros religiosos de otras confesiones; nuestras publicaciones se hicieron eco de algo que era común en la época (incluso hoy en día hay múltiples voces que se alzan en contra de la vacunación).
Estos ataques suelen terminar con una melodramática 
alusión a los testigos de Jehová que supuestamente murieron por negarse a aceptar la vacunación (de nuevo tratando de establecer un paralelo con la cuestión de las transfusiones de sangre). Ya hemos mostrado que no existía una postura oficial ni se tomaban medidas al respecto. Ahora bien, ¿puede alguien dar el nombre de un solo testigo de Jehová que muriera por rechazar el uso de la vacuna? Incluso si alguien pudiera ofrecer una cifra, siquiera aproximada, todavía tendría que contrastarla con la de los que murieron precisamente debido al uso de la vacuna. Solo podemos imaginar cuántas personas en aquellos años se contagiaron de poliomielitis y otras enfermedades evitables y cuántos murieron realmente de tétanos, de rabia, de influenza, o de otras infecciones debido a aceptar vacunas. Por supuesto, no sería justo culpar de estas muertes al clero opuesto a los testigos de Jehová, pues por entonces muchos de ellos declaraban en realidad lo mismo que los Testigos. 

Es triste que nuestros detractores no publiquen estos hechos. ¿Hace falta preguntar por qué? Solo hay dos razones posibles: o son ignorantes, o engañan deliberadamente y quieren mantener a otros en ignorancia.

viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Se realizaron sus expectativas?


En ciertas ocasiones los Estudiantes de la Biblia abrigaron esperanzas y expectativas que les atrajeron la mofa de sus críticos. Sin embargo, todas aquellas esperanzas y expectativas estaban arraigadas en el vivo deseo de ver el cumplimiento de lo que estos celosos cristianos consideraban promesas infalibles de Dios.
Por su estudio de las Escrituras inspiradas sabían que Jehová había prometido bendiciones para todas las naciones de la Tierra mediante la descendencia de Abrahán. (Gén. 12:1-3; 22:15-18.) Vieron en la Palabra de Dios la promesa de que el Hijo del hombre gobernaría como Rey celestial sobre toda la Tierra, que un rebaño pequeño de fieles sería tomado de la Tierra para participar con él en su Reino y que estos gobernarían en calidad de reyes durante mil años. (Dan. 7:13, 14; Luc. 12:32; Rev. 5:9, 10; 14:1-5; 20:6.) Sabían que Jesús había prometido volver para llevarse a aquellos para quienes había preparado un lugar en el cielo. (Juan 14:1-3.) Conocían la promesa de que el Mesías también escogería a algunos de sus fieles antepasados para que fueran príncipes en toda la Tierra. (Sal. 45:16.) Sabían que las Escrituras predecían el fin del inicuo sistema de cosas y se daban cuenta de que dicho suceso estaba relacionado con la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso en Armagedón. (Mat. 24:3; Rev. 16:14, 16.) Les impresionaban mucho los pasajes que muestran que la Tierra fue creada para ser habitada siempre, que los que vivieran en ella habrían de tener verdadera paz y que todos los que ejercieran fe en el sacrificio humano perfecto de Jesús podrían gozar de vida en el Paraíso por toda la eternidad. (Isa. 2:4; 45:18; Luc. 23:42, 43; Juan 3:16.)
Era de esperar que desearan saber cuándo y cómo tendrían lugar tales sucesos. ¿Suministraban las Escrituras inspiradas alguna clave para ello?
Basándose en la cronología bíblica expuesta originalmente por el inglés Christopher Bowen, creían que en 1873 habían concluido seis mil años de historia humana, que a partir de entonces se hallaban en el séptimo período de mil años de la historia del hombre y que indudablemente estaba próxima la aurora del Milenio predicho. La serie de libros llamada Millennial Dawn (La Aurora del Milenio), más tarde denominada Studies in the Scriptures (Estudios de las Escrituras), escrita por C. T. Russell, señaló lo que estos hechos implicaban de acuerdo con lo que los Estudiantes de la Biblia entendían de las Escrituras.
Otro elemento que consideraban un posible indicador de tiempo era el que Dios hubiera instituido en el antiguo Israel la celebración de un Jubileo, un año de liberación, cada cincuenta años. El Jubileo tenía lugar cada siete septenios, y cada septenio concluía con un año sabático. Durante el año del Jubileo se ponía en libertad a los esclavos hebreos y se restituían a sus antiguos herederos las tierras que hubieran sido vendidas. (Lev. 25:8-10.) Los cálculos basados en este ciclo de años los llevaron a concluir que en el otoño de 1874 podría haber comenzado un Jubileo mayor para toda la Tierra, que aparentemente en ese año el Señor había vuelto y había comenzado su presencia invisible, y que habían llegado “los tiempos de la restitución de todas las cosas”. (Hech. 3:19-21, Cantera-Pabón.)
Así mismo, partiendo de la premisa de que los sucesos del siglo I podían tener su paralelo en sucesos relacionados de tiempos posteriores, concluyeron que si el bautismo y el ungimiento de Jesús en el otoño de 29 E.C. correspondían con el inicio de su presencia invisible en 1874, entonces el que él entrara cabalgando como Rey en Jerusalén en la primavera de 33 E.C. indicaría que Jesús asumiría el poder como Rey celestial en la primavera de 1878. También creían que entonces recibirían su recompensa celestial. Al no realizarse esto, concluyeron que, puesto que los seguidores ungidos de Jesús habrían de gobernar con él en el Reino, en aquel tiempo había empezado la resurrección a la vida espiritual de los que ya dormían en la muerte. De igual modo razonaron que el que Dios dejara de mostrar favor especial al Israel natural en 36 E.C. podría indicar que en 1881 se cerraría la oportunidad especial de formar parte del Israel espiritual.
En su discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás”, pronunciado el 21 de marzo de 1920 en el “Hippodrome”, un teatro de la ciudad de Nueva York, el hermano J. F. Rutherford centró la atención en el año 1925. ¿Sobre qué base parecía significativo? Un folleto publicado aquel mismo año de 1920 indicó que si se calculaban 70 Jubileos completos desde la fecha en que, según se creía, Israel había entrado en la Tierra Prometida (en vez de contar desde después del último Jubileo típico anterior al destierro en Babilonia hasta el principio del año del Jubileo que concluye el ciclo quincuagésimo), se llegaría al año 1925. Tomando como base lo que decía el folleto, muchos creyeron que quizás los restantes del rebaño pequeño recibirían su recompensa celestial para 1925. También se relacionaba dicho año con la esperada resurrección de los siervos fieles de Dios de antes del cristianismo para que sirvieran en la Tierra como representantes principescos del Reino celestial. Si aquello realmente sucedía, querría decir que la humanidad habría entrado en una era en que cesaría el dominio de la muerte, y millones de personas que entonces estuvieran vivas podrían esperar permanecer en la Tierra sin morir jamás. ¡Qué feliz perspectiva! Aunque era una perspectiva equivocada, la comunicaron a otros con gran entusiasmo.
Más tarde, durante los años 1935 a 1944, un examen de toda la cronología bíblica puso de manifiesto que la mala traducción de Hechos 13:19, 20 de la Versión Autorizada (con la que coinciden versiones españolas como la Reina-Valera), junto con otros factores, había desviado la cronología en más de un siglo. Esta revelación hizo concebir la idea —unas veces expresada como una posibilidad y otras con mayor seguridad— de que, puesto que el séptimo milenio de la historia humana empezaría en 1975, los sucesos enlazados con el principio del Reinado Milenario de Cristo podrían empezar a realizarse ese año.
¿Resultaron correctas las creencias de los testigos de Jehová en estos asuntos? Los Testigos de ningún modo erraron al creer que Dios sin falta cumpliría lo que había prometido. Sin embargo, algunos de sus cálculos de tiempo y las expectativas relacionadas con estos ocasionaron serias decepciones.
Después de 1925 se registró un descenso espectacular en la asistencia a las reuniones en algunas congregaciones de Francia y Suiza. También en 1975 hubo desilusión cuando las expectativas sobre el comienzo del Milenio no se realizaron. Como resultado, algunos se apartaron de la organización. Otros fueron expulsados por tratar de subvertir la fe de sus compañeros. No cabe duda de que la desilusión en cuanto a la fecha fue un factor importante, pero en algunos casos la raíz del problema era más profunda. Ciertos individuos también arguyeron en contra de la necesidad de participar en el ministerio de casa en casa. Algunos no se conformaron con simplemente seguir su propio camino, sino que agredieron a la organización con la que se habían asociado y se valieron de la prensa y la televisión para exponer en público sus puntos de vista. No obstante, el número de desertores fue relativamente pequeño.
Si bien el resultado de estas pruebas fue un zarandeo y algunos desaparecieron como la paja cuando se avienta el trigo, otros permanecieron firmes. ¿Por qué? Jules Feller explicó respecto a su propia experiencia y la de otros en 1925: “Los que habían cifrado su confianza en Jehová permanecieron firmes y siguieron predicando”. Reconocieron que se había cometido un error, pero que la Palabra de Dios no había fallado en ningún aspecto, y que por lo tanto no había razón para dejar que su esperanza se nublara ni para aflojar el paso en la obra de dirigir a la gente al Reino de Dios como la única esperanza de la humanidad.
El hecho de que algunas expectativas no se hubieran realizado no significaba que la cronología bíblica careciera de valor. La profecía de Daniel referente a la aparición del Mesías 69 semanas de años después de “la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén” se cumplió en el momento preciso, en 29 E.C. (Dan. 9:24-27.) La profecía bíblica también señalaba al año 1914.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

1975, ¿qué sucedió realmente?


Por mucho tiempo los Testigos habían compartido la creencia de que al cumplirse seis mil años de historia humana comenzaría el Reinado Milenario de Cristo. Pero ¿cuándo terminarían los seis mil años de existencia humana? El libro Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios, presentado en una serie de asambleas de distrito celebradas en 1966, señalaba al año 1975. En aquella asamblea, mientras los hermanos examinaban su contenido, el nuevo libro provocó muchos comentarios en cuanto a 1975.
En la asamblea que se celebró en Baltimore (Maryland), F. W. Franz presentó el discurso de conclusión. Comenzó diciendo: “Precisamente antes de subir a la plataforma un joven vino a verme y dijo: ‘Díganos, ¿qué significa esto de 1975?’”. El hermano Franz entonces se refirió a las muchas preguntas que habían surgido en cuanto a si la información del nuevo libro significaba que para 1975 habría terminado el Armagedón y Satanás habría sido atado. En esencia dijo: ‘Pudiera ser. Pero eso no es lo que decimos. Para Dios todo es posible. Pero eso no es lo que decimos. Y que ninguno de ustedes diga algo específico sobre lo que va a suceder de aquí a 1975. Pero el punto importante, estimados hermanos, es este: El tiempo es corto. El tiempo se está acabando, y no hay duda de ello’.
En los años que siguieron a 1966 muchos testigos de Jehová obraron en armonía con el espíritu de aquel consejo. Sin embargo, se publicaron otras declaraciones sobre esta cuestión, y algunas fueron probablemente más categóricas de lo recomendable. Se reconoció este hecho en La Atalaya del 15 de septiembre de 1980 (página 17). Pero también se advirtió a los testigos de Jehová que se concentraran principalmente en hacer la voluntad de Jehová y no se preocuparan mucho por las fechas ni estuvieran a la expectativa de una salvación inminente.
 Si permanecemos fieles, Dios no dejará que cometamos errores fatales. Pero a veces nos permite estar en error a fin de que podamos ver lo necesario que es el que siempre acudamos a él y a su Palabra. Esto fortalece nuestra relación con él y nuestro aguante y perseverancia mientras esperamos. De nuestros errores aprendemos que es necesario ser más cuidadosos en el futuro. Entre los cristianos, en todo momento a través de los siglos ha habido un muy fuerte deseo de que el nuevo sistema de cosas tome control completo de la Tierra. Y debido a lo breve de la duración de vida de ellos mismos, sin duda anhelaron que llegara durante el espacio de tiempo particular en que vivían. En más de una ocasión a través de la historia, personas que han tratado de mantener “muy presente” el tiempo del juicio de Dios han llegado a estar demasiado deseosas de ver la llegada de ese día, y en su propia mente han tratado de apresurar la llegada de los sucesos deseados. (2 Ped. 3:12) Por ejemplo, en el primer siglo el apóstol Pablo tuvo que escribir de este modo a los cristianos de Tesalónica, según leemos en 2 Tesalonicenses 2:1-3: “Sin embargo, hermanos, tocante a la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros reunidos a él, les solicitamos que no se dejen sacudir prontamente de su razón, ni se dejen excitar tampoco por medio de una expresión inspirada, ni por medio de un mensaje verbal, ni por medio de una carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová está aquí. Que nadie los seduzca de manera alguna, porque no vendrá a menos que primero venga la apostasía y el hombre de desafuero quede revelado, el hijo de la destrucción.”
En tiempos modernos ese intenso anhelo, encomiable en sí mismo, ha conducido a intentos de fijar fechas para el momento deseado en que a personas de toda la Tierra se les librará del sufrimiento y las dificultades que experimentan. Con la publicación del libro Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios, y sus comentarios en cuanto a lo apropiado que sería que el reino milenario de Cristo concurriera con el séptimo milenio de la existencia del hombre, surgió considerable expectación respecto al año 1975. En ese entonces, y después de eso, se hicieron declaraciones que recalcaban que esto solo era una posibilidad. Sin embargo, y desafortunadamente, junto con tal información de índole preventiva, se publicaron otras declaraciones que implicaban que, más que una simple posibilidad, el que para aquel año llegara aquella realización de las esperanzas era una probabilidad. Es de lamentarse el hecho de que aparentemente aquellas últimas declaraciones eclipsaron las declaraciones de índole preventiva y contribuyeron a edificar la expectación que ya se había iniciado.
En su número del 1 de diciembre de 1976, La Atalaya, comentando sobre lo poco aconsejable de fijar nuestras expectativas en alguna fecha específica, declaró: “Si alguien ha resultado desilusionado por no haber seguido este modo de pensar, debe concentrarse ahora en ajustar su punto de vista, al ver que no fue la palabra de Dios la que le falló o lo engañó y le trajo desilusión, sino que su propio entendimiento se basó en premisas incorrectas.” Al decir “alguien,” La Atalaya incluyó a todos los testigos de Jehová desilusionados, y por tanto incluyó a las personas que tuvieron que ver con la publicación de la información que contribuyó a edificar esperanzas que giraron en torno a aquella fecha.
Sin embargo, no hay razón alguna para que suframos una sacudida en la fe que tenemos en las promesas de Dios. Más bien, como consecuencia de esto, todos nos sentimos impulsados a hacer un examen más cuidadoso de las Escrituras con respecto a este asunto de un día de juicio. Al hacer eso, hallamos que la cosa importante no es la fecha. Lo que es importante es mantener siempre presente que hay tal día... y ese día se está acercando y exigirá que todos nosotros rindamos cuenta. Pedro dijo que era correcto que los cristianos estuvieran “esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová.” (2 Ped. 3:12) Lo que es importante de parte del cristiano no es cierta fecha futura, sino la vida que vive de día en día. El cristiano no debe vivir ni un solo día sin tener presente que está bajo el cuidado y la dirección amorosa de Jehová y que debe someterse a éstos, teniendo también presente que debe dar cuenta de sus acciones.
Jesús suministró la razón por la cual debemos mantener tal punto de vista, cuando dijo: “Porque el Hijo del hombre está destinado a venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su comportamiento.” (Mat. 16:27) El apóstol Pablo también señaló que: “Todos estaremos de pie ante el tribunal de Dios . . . De manera que cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios.” (Rom. 14:10-12) Y, “todos nosotros tenemos que ser puestos de manifiesto ante el tribunal del Cristo, para que cada uno reciba su retribución por las cosas hechas por medio del cuerpo, según las cosas que haya practicado, sea cosa buena o vil.” (2 Cor. 5:10) ¿Cuánto tiempo tenemos antes de ese momento de rendir cuentas? Jesús dijo: “El que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.” (Mat. 24:13) ¿Cuándo es “el fin”? Ese fin puede venir o al final de este sistema de cosas o con la muerte misma del individuo antes de eso. ¿Cuánto tiempo, pues, tiene cada uno de nosotros? Nadie puede calcular el día en que morirá. Igualmente, Jesús dijo a sus apóstoles acerca del tiempo en que se había de establecer el reino de Dios: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción.” (Hech. 1:7) Se nos hace imposible averiguar con anticipación cuándo viene el fin del mundo.
 El apóstol Pedro dijo a los cristianos del primer siglo que Dios les había dado una “esperanza viva.” (1 Ped. 1:3) Nosotros también tenemos una esperanza verdadera con relación a las cosas que están por venir. Puesto que lo que esperamos no ha llegado —aún no vemos cumplida la esperanza— ¿hemos de darnos por vencidos? El apóstol Pablo dijo: “Si esperamos lo que no vemos, seguimos aguardándolo con perseverancia.” (Rom. 8:25) Por lo tanto, si las cosas no parecen estar desenvolviéndose como habíamos esperado, eso nos da más razón aún para manifestar aguante con perseverancia y para fortalecer la esperanza. Esto significa que, una vez que hayamos escogido el camino de la vida verdadera, el mejor y, de hecho, el único camino, debemos adherirnos a esa decisión. No podemos confiar en que veremos realizada esa esperanza si somos personas que titubean, personas inestables. (Sant. 1:6-8) Hicimos la selección en una dedicación a Dios y la simbolizamos por bautismo. Pero cada día todos nos enfrentamos a problemas que requieren que tomemos decisiones y hagamos selecciones más pequeñas en armonía con esa primera gran decisión. ¿Podemos continuar haciendo día tras día las selecciones correctas que nos mantienen en el camino que conduce a la vida? ¿Podemos estar seguros de que en realidad veremos cumplida a plenitud nuestra esperanza con el tiempo?

martes, 20 de septiembre de 2011

¿Nos consideramos infalibles los Testigos de Jehová?


Tal vez no sea exagerado afirmar que la mayoría de las críticas contra los testigos de Jehová se basan en la suposición de que los Testigos o su Cuerpo Gobernante afirman ser infalibles o inspirados por el espíritu santo de Dios. Partiendo de esa base, los detractores se centran en rebuscar en publicaciones antiguas afirmaciones que hoy día se hayan rechazado para mostrar que nuestras publicaciones se contradicen o que no son infalibles.

Veamos una serie de citas de publicaciones, que abarcan un período de 122 años, desde 1879 hasta 2001, y que muestran claramente cuál es y cuál ha sido siempre la postura de los testigos de Jehová sobre este asunto. Después extraeremos algunas conclusiones de las mismas:


“No objetamos a cambiar nuestras opiniones sobre ningún asunto ni a descartar ninguna aplicación anterior sobre profecías o sobre cualquier otro texto cuando veamos buena razón para el cambio. De hecho, es importante que estemos dispuestos a desaprender errores y meras tradiciones para aprender la verdad. (…) Tenemos el deber de “probar todas las cosas” con la infalible Palabra de Dios, y “aferrarnos a lo que es bueno.” (Traducido de la Zion’s Watch Tower [La Atalaya], octubre de 1879 pág. 38.)

“Ni deseamos que se reverencien nuestros escritos ni que se les considere infalibles o al mismo nivel de las Santas Escrituras. Lo máximo que afirmamos y que hemos afirmado nunca es que creemos que son interpretaciones que armonizan con la Palabra divina, en armonía con el espíritu de la verdad. Y seguimos animando, como en el pasado, a que cada lector estudie los temas que presentamos a la luz de la Biblia, probando todas las cosas con la Biblia, aceptando lo que considere así aprobado y rechazando todo lo demás.” (Traducido de la Zion’s Watch Tower, 15 de diciembre de 1896 pág. 306.)

“No es nuestra intención asumir el papel de profeta en ningún grado, sino simplemente dar a continuación lo que nos parece probable que sea la secuencia de acontecimientos, dando también las razones para nuestras expectativas.” (Traducido de la Zion’s Watch Tower, 1 de marzo de 1904.)

“Alguien podría preguntar: ‘¿Afirma entonces usted tener infalibilidad y que toda oración que aparece en las publicaciones de la “Watch Tower” es absolutamente correcta?’ Desde luego, no hacemos tal afirmación ni la hemos hecho nunca. ¿Qué motivo pueden tener nuestros opositores para lanzarnos esa acusación? ¿Acaso no están tratando de establecer una falsedad que les dé una excusa para atacar y tratar de pervertir el juicio de otros?” (Traducido de la Watch Tower, 15 de septiembre de 1909.)

“Invitamos al lector, por lo tanto, a examinar cada punto cuidadosamente, a comparar el argumento con los textos citados, y a que lo considere a la luz de los sucesos del presente día, los cuales son discernibles a todo ojo; y también, a que sobre toda esta evidencia llegue a una con­clusión.” (Millones que ahora viven no morirán jamás, [1921] pág. 11.)

“La Biblia es la única fuente verdadera de conocimiento sobre la cual el hombre puede basar una esperanza para el futuro. (…) Nada, entonces, sino un entendimiento y apreciación de la Palabra de Dios puede guiar al hombre en el propio camino y hacerle ver las bendiciones que vendrán.” (Millones que ahora viven no morirán jamás, [1921] Págs. 56, 57.)
“Muchos estudiantes han caído en el serio error de pensar que Dios ha inspirado a algunos hombres para interpretar profecías. Es cierto que los santos profetas de la antigüedad fueron inspirados por Dios para escribir conforme eran movidos por su poder. También es cierto que los que escribieron el Nuevo Testamento fueron investidos de poder y autoridad para escribir bajo influencia divina. Sin embargo, desde los días de los apóstoles ningún hombre en la tierra ha sido inspirado para que escribiera profecías, ni se ha inspirado a nadie para que las interprete.” (Profecía [1929], Págs. 67, 68.)

“Este derramamiento del espíritu de Dios sobre la carne de todos sus fieles testigos ungidos no significa que los que ahora sirven como testigos de Jehová sean inspirados. No significa que los escritos de esta revista La Atalaya sean inspirados e infalibles y sin errores. No significa que el presidente de la Sociedad Watch Tower sea inspirado ni infalible, aunque los enemigos nos acusen falsamente de creer tal cosa. Pero confesamos con la Biblia que los tiempos de tal inspiración pasaron mucho antes de 1870, tal como mostró el apóstol Pablo. (…) Hablar y escribir bajo inspiración es algo que terminó con el último de los doce apóstoles, por quienes se impartían los dones del espíritu. Pero Dios es aún capaz de enseñarnos y guiarnos. Aunque confesamos que no hay inspiración hoy para nadie sobre la Tierra, sí tenemos el privilegio de orarle a Dios para pedir más de su espíritu santo y de su guía a través de la provisión del espíritu santo mediante Jesucristo.” (Traducido de la edición en inglés de La Atalaya del 15 de mayo de 1947, Págs. 157, 158, artículo “En qué modo es inspirada la Biblia”, subtítulo “Hoy no hay tal inspiración”.)
La Atalaya se fundamenta en el mismísimo pináculo de la sabiduría confiable: la Palabra de Dios, la Biblia (…) porque sus palabras se apoyan en la Palabra de Dios. (…) Sin embargo, La Atalaya no afirma ser inspirada en sus comentarios ni es dogmática. Invita a que se examinen sus contenidos de forma cuidadosa y crítica a la luz de las Escrituras. Su propósito es ayudar a conocer a Jehová y sus propósitos hacia la humanidad, y anunciar el Reino ya establecido de Cristo como nuestra única esperanza.” (Nombre y propósito de La Atalaya, traducido de la edición en inglés del número 15 de agosto de 1950, pág 262.)

“Si la Sociedad Watch Tower fuera infalible no habría necesidad de que corrigiera sus puntos de vista en el futuro; pero porque no es infalible y nunca ha pretendido serlo, de vez en cuando es necesario hacer correcciones. Si el espíritu de Jehová operara de la manera que lo hacía sobre los escritores de la Biblia, inspirándolos a escribir de acuerdo con los pensamientos de Jehová, entonces nunca sería necesario corregir cosas en el futuro. Pero debido a que el espíritu no opera de esta manera hoy en día, se hacen algunas correcciones de vez en cuando. (…) Jehová emplea esta organización porque es humilde y enseñable y no obstinada y encadenada en su modo de ver las cosas. (…) Mas bien que ser una piedra de tropiezo, la pronta disposición de la Sociedad para alterar sus puntos de vista cuando esto es necesario debe ser una fuente de consuelo y estímulo, una garantía de que habrá avance y aumento continuos de conocimiento, una luz cuyo brillo siempre irá aumentando al acercarnos más al día perfecto con su resplandor del mediodía. (…) Con la organización de Jehová las creencias pueden establecerse con la Biblia, y cuando algún punto de vista erróneo entra desadvertidamente pronto se le descubre y se descarta. (…) Cuando puede demostrarse según la Biblia que una idea sostenida en un tiempo no tiene suficiente apoyo bíblico y que el peso del testimonio bíblico respalda otro punto de vista, entonces se adepta el nuevo modo de ver las cosas y el entendimiento anterior se pone a un lado. (…) Esta organización está indagando y estudiando constantemente para hallar otros cimientos sólidos en las Escrituras para sus creencias y al aumentar la luz los cimientos de nuestras creencias se hacen mas y más fuertes.” (La Atalaya, 15 de marzo de 1955, Págs. 189-191.)

“Puesto que hoy tenemos las Escrituras inspiradas completas, Dios ya no está dando más visiones o sueños inspirados. Sin embargo, hoy el pueblo de Jehová está viendo el cumplimiento de muchas de las visiones y sueños inspirados que los siervos de Dios tuvieron en tiempos antiguos, y hasta están participando en su cumplimiento. Están participando en el cumplimiento de la profecía que dice: “Sus hijos y sus hijas ciertamente profetizarán.” (Joel 2:28) Esto no quiere decir que éstos profetizan en el sentido de predecir acontecimientos bajo inspiración, sino más bien en el sentido de que están haciendo proclamación pública de los sueños y visiones inspirados que se registraron hace mucho tiempo.” (La Atalaya, 1 de agosto de 1971, pág. 479.)

“Es cierto que los hermanos que preparan estas publicaciones no son infalibles. Los escritos de ellos no son inspirados como lo son los de Pablo y otros escritores bíblicos. (2 Tim. 3:16) Y por eso, a veces, ha sido necesario, a medida que el entendimiento se ha hecho más claro, corregir algunos puntos de vista (Pro. 4:18).” (La Atalaya, 1 de julio de 1981, pág. 19.)

“Los misterios encerrados en el libro de Apocalipsis o Revelación han desconcertado por mucho tiempo a los estudiantes sinceros de la Biblia. Al debido tiempo de Dios se darían a conocer aquellos secretos, pero ¿cómo, cuándo, y a quiénes? Solo el espíritu de Dios podía dar a conocer el significado a medida que se acercara el tiempo señalado. (Revelación 1:3.) Aquellos secretos sagrados serían revelados a los esclavos celosos de Dios en la Tierra a fin de fortalecerlos para que dieran a conocer Sus juicios. (Compárese con Mateo 13:10, 11.) No afirmamos que las explicaciones que se dan en este libro sean infalibles. Como el José de la antigüedad, decimos: “¿No pertenecen a Dios las interpretaciones?”. (Génesis 40:8.) Sin embargo, al mismo tiempo creemos firmemente que las explicaciones que se dan aquí armonizan con toda la Biblia, y muestran lo notablemente que se ha cumplido la profecía divina en los sucesos mundiales de nuestros catastróficos tiempos.” (Apocalipsis, se acerca su magnífica culminación [1988], pág. 9.)

“En su día, Ezequiel habló las palabras que Jehová le inspiró directamente. En la actualidad hablamos lo que dice la Palabra inspirada de Jehová, la Biblia.” (La Atalaya, 1 de mayo de 1997, pág. 22, párr. 14.)

“Los que componen la actual organización cristiana no reciben revelaciones angélicas ni inspiración divina. Pero sí tienen las Santas Escrituras inspiradas, que contienen revelaciones del pensamiento y la voluntad de Dios. Como organización, e individualmente, aceptan la Biblia como la verdad divina, la estudian cuidadosamente y permiten que esta obre en ellos (1 Tes. 2:13).” (Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios [1993], pág. 707.)

“A veces se equivocan, pues no son perfectos ni infalibles, ni están inspirados por Dios. Sin embargo, tratan de aprender de las experiencias de la vida y estudian a conciencia la Biblia para efectuar los cambios necesarios. Se han dedicado a Dios para hacer Su voluntad, y procuran cumplir con esa dedicación. Buscan para todo la guía de la Palabra de Dios y de Su espíritu santo.” (Los testigos de Jehová: ¿quiénes son y qué creen? [2001], pág. 3).


En estas citas, así como en otras más que podrían haberse incluido, vemos que las publicaciones de los testigos de Jehová han sido coherentes a lo largo de los años en declarar sin ambages que no afirman tener inspiración divina ni infalibilidad. Los testigos de Jehová creemos y siempre hemos creído que la verdad absoluta solo la posee Jehová, y su Palabra refleja toda la verdad que Jehová nos ha revelado (Juan 17:17).
Si creemos contar (como cualquier otra religión) con el respaldo de Dios y de su espíritu, es porque tratamos de apegarnos a la Palabra de Dios, inspirada por su espíritu santo, no porque nosotros mismos tengamos revelaciones divinas (la cita de La Atalaya de 1971 no contradice esto, pues como puede comprobar el lector, se especifica que la palabra “profeta” solo podría aplicarse a los cristianos modernos en el sentido restringido de alguien que transmite públicamente un mensaje de Dios, en este caso de la Biblia).

Casi 100 años después, siguen siendo pertinentes las palabras citadas de Russell: “¿Qué motivo pueden tener nuestros opositores para lanzarnos esa acusación? ¿Acaso no están tratando de establecer una falsedad que les dé una excusa para atacar y tratar de pervertir el juicio de otros?”. Efectivamente, tras establecer como base el argumento falso de que los testigos de Jehová se creen infalibles, muchos detractores empiezan a entresacar algunos comentarios de publicaciones antiguas que expresen puntos de vista que hoy se dan por superados, para que la persona llegue a la conclusión de que hay engaño entre los Testigos. Pero en este caso es el propio detractor quien está tratando de engañar, como aquí se ha mostrado. Lo único que demuestran esas citas de publicaciones antiguas es que la investigación de la Biblia ha progresado y se ha profundizado. Cualquiera puede examinar los diferentes entendimientos y compararlos con la Biblia para comprobar cuál se apega más a la Palabra de Dios.
Solo la Palabra de Jehová es la verdad absoluta, como dijo Cristo Jesús, y los testigos de Jehová nos esforzamos por estudiar la Biblia de una forma sincera, sin prejuicios, sin estar atados a credos ni tradiciones eclesiásticas y dispuestos a cambiar nuestro punto de vista si se demuestra que era equivocado. No solo la estudiamos sino que la llevamos a la práctica incluso predicando las buenas nuevas del Reino de Dios en toda la tierra habitada.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Serpientes, prole de víboras, ¿cómo habrán de huir del juicio del Gehena?


      Con estas fuertes palabras, el hijo de Dios se dirigió a los guías religiosos falsos de su época (Mat 23:33). No solo habían corrompido la fé verdadera sino que también guardaban un odio asesino contra los discípulos de Jesús, difamándolos y buscando a toda costa perjudicarlos.

Hoy día también existen falsos maestros; hipócritas, anticristos, opositores de la verdad que solo buscan perjudicar a los siervos de Dios.
Parece difícil creer que los más acérrimos opositores del pueblo de Dios sean personas que en el pasado formaron parte de sus filas, pero que ahora guardan sentimientos de odio y rencor para con su anterior fé.
A estas personas los Testigos de Jehová las identificamos como apóstatas.

El apostatar consiste en abandonar la adoración de Dios y el servicio a él, o desertar de ellos; en realidad una rebelión contra Jehová Dios. Algunos apóstatas declaran que conocen y sirven a Dios, pero rechazan enseñanzas o requisitos que se exponen en Su Palabra. Otros afirman que creen en la Biblia, pero rechazan la organización de Jehová.

Satanás fue el primer apóstata de la historia. Los apóstatas de la actualidad se parecen mucho a él. Su espíritu crítico hacia los miembros de la congregación, los superintendentes o el Cuerpo Gobernante los ha llenado de veneno. Algunos de ellos se niegan a usar el nombre de Dios, Jehová, y no están interesados en aprender de él ni en servirle. Como su padre, Satanás, los apóstatas atacan a los siervos leales de Dios (Juan 8:44). Esa es precisamente la razón por la que evitamos todo contacto con ellos (2 Juan 10, 11).
También durante el día del Señor se han presentado “apóstoles falsos” que ‘hablan cosas aviesas para arrastrar a los discípulos tras de sí’. (2 Corintios 11:13; Hechos 20:30; Revelación 1:10.) Les parece que hay algo bueno en todas las religiones sectarias en conflicto, afirman que Dios no tiene una organización y niegan que Jesús haya recibido el poder del Reino en 1914. Cumplen la profecía de 2 Pedro 3:3, 4: “En los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’”.
Estos burlones se rebelan contra la idea de hacer declaración pública de su fe. (Romanos 10:10.) Han buscado el apoyo de los clérigos de la cristiandad y la ayuda de revistas noticieras y estaciones de televisión para esparcir informes mentirosos acerca de sus asociados de antes. Los fieles pronto descubren que el habla y la conducta de estos engañadores están alejados de la verdad. Como los efesios, hoy los cristianos ‘no pueden soportar a los hombres malos’, de modo que los expulsan de sus congregaciones.

Los apostatas y la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”
Hay personas desleales —como ciertos apóstatas hoy día— que trabajan como agentes de Satanás para socavar la fe de los miembros recién asociados de la congregación cristiana. (2 Corintios 11:13.) En vez de simplemente usar la Biblia como la base para enseñanzas verdaderas, ellos se concentran en tratar de desacreditar la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, como si los testigos de Jehová dependieran únicamente de esta para apoyar sus creencias. Pero eso no es verdad. Durante la mayor parte de un siglo los Testigos de habla inglesa emplearon principalmente la King James Version (Versión Autorizada), la Douay Version (una versión católica romana), o cualesquiera versiones disponibles en su idioma, para aprender la verdad acerca de Jehová y sus propósitos. Y utilizaron estas versiones antiguas al proclamar la verdad respecto a la condición de los muertos, la relación que existe entre Dios y su Hijo, y por qué solo un rebaño pequeño va al cielo. Las personas informadas también están al tanto de que los testigos de Jehová de cualquier país y habla siguen empleando muchas traducciones de la Biblia en su obra de evangelizar por toda la Tierra. Sin embargo, desde 1961 también han disfrutado de usar la Traducción del Nuevo Mundo en inglés (y después de eso en otros idiomas) con su traducción actualizada y exacta y su amena lectura.

Cuidado con el alimento venenoso que está sobre la mesa de los demonios
El alimento que está sobre la mesa de los demonios es venenoso. Piense, por ejemplo, en el alimento que sirven la clase del esclavo malo y los apóstatas. No nutre ni fortalece; no es saludable. No puede serlo, porque los apóstatas ya no se alimentan de la mesa de Jehová. Como consecuencia, han perdido todo vestigio de la nueva personalidad. No los impulsa el espíritu santo, sino una amargura mordaz. Están obsesionados con un solo objetivo: golpear a sus anteriores coesclavos, como predijo Jesús. (Mateo 24:48, 49.)
Por ejemplo, en el año 1909, el entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, C. T. Russell, escribió sobre los que habían abandonado la mesa de Jehová y luego habían empezado a maltratar a sus anteriores coesclavos. La revista Watch Tower (hoy conocida en español como La Atalaya) del 1 de octubre de 1909 comentó: “Todos los que se separan de la Sociedad y de su obra no prosperan ellos mismos ni edifican a otros en la fe ni los ayudan a cultivar los frutos del espíritu, sino que, según parece, hacen lo contrario, es decir, intentan perjudicar la Causa que en un tiempo defendieron, y, con más o menos escándalo, se hunden gradualmente en el olvido, perjudicándose a sí mismos y dañando a otros que también manifiestan un espíritu contencioso. [...] Si algunos creen que pueden conseguir un alimento bueno o mejor en otras mesas, o que pueden producirlo ellos mismos, que sigan su propio camino. [...] No obstante, aunque permitimos que otros busquen donde quieran el alimento y la luz que los satisfaga, sorprende que los que se vuelven nuestros enemigos escojan un camino muy diferente. En vez de decir con la actitud valerosa del mundo: ‘Adiós, he encontrado algo que prefiero’, estas personas muestran cólera, malicia, odio, contiendas, ‘obras de la carne y del diablo’, a un grado que jamás habíamos visto en la gente mundana. Parece que se les ha inoculado locura, rabia satánica. Algunos de ellos nos hieren y luego dicen que nosotros los herimos a ellos. Están prestos para decir y escribir despreciables falsedades y rebajarse hasta el grado de obrar con vileza”.
Sí, los apóstatas publican obras que contienen tergiversaciones, verdades a medias y completas falsedades. Hasta envían manifestantes a las asambleas de los Testigos con la intención de entrampar a los incautos. Por consiguiente, sería peligroso dejar que nuestra curiosidad nos impulsara a alimentarnos de esos escritos o a escuchar esa habla injuriosa. Aunque no nos parezca que supone un peligro para nosotros, aún existe un riesgo. ¿Por qué? En primer lugar, algunas publicaciones apóstatas presentan mentiras por medio de “palabras melosas” y “palabras fingidas”. (Romanos 16:17, 18; 2 Pedro 2:3.) ¿No es eso lo que se esperaría de la mesa de los demonios? Y aunque los apóstatas quizás presenten también algunos hechos, por lo general son sacados de su contexto con el propósito de apartar a otros de la mesa de Jehová. Todos sus escritos simplemente critican y derrumban. No hay nada edificante.
Jesús dijo: “Por sus frutos los reconocerán”. (Mateo 7:16.) Pues bien, ¿cuáles son los frutos de los apóstatas y de sus publicaciones? Cuatro cosas caracterizan su propaganda: 1) astucia; Efesios 4:14 dice que son “[astutos] en tramar el error”; 2) inteligencia con arrogancia; 3) falta de amor, y 4) diversas formas de falta de honradez. Estos son precisamente los ingredientes del alimento que se sirve sobre la mesa de los demonios, y su objetivo es socavar la fe del pueblo de Jehová.
Hay otro aspecto más que debemos examinar. ¿A qué han regresado los apóstatas? En muchos casos han vuelto a entrar en la oscuridad de la cristiandad y sus doctrinas, como la creencia de que todos los cristianos van al cielo. Además, la mayoría de ellos ya no mantienen una postura bíblica firme con relación a la sangre, la neutralidad y la necesidad de dar testimonio acerca del Reino de Dios. Nosotros, en cambio, hemos escapado de la oscuridad de Babilonia la Grande y no queremos volver nunca a ella. (Revelación 18:2, 4.) Como siervos leales de Jehová, ¿por qué querríamos siquiera echar un vistazo a la propaganda de los que han rechazado la mesa de Jehová y que ahora golpean verbalmente a los que nos ayudan a ingerir “palabras saludables”? (2 Timoteo 1:13.)
Puede ser que algunos tengan curiosidad por conocer las acusaciones de los apóstatas. No obstante, debemos tomar en serio el principio enunciado en Deuteronomio 12:30, 31. Ahí Jehová advirtió a los israelitas mediante Moisés sobre lo que debían evitar cuando desposeyeran a los habitantes paganos de la Tierra Prometida. “Cuídate por temor de que quedes entrampado tras ellas, después que hayan sido aniquiladas de delante de ti, y por temor de que inquieras respecto a sus dioses, diciendo: ‘¿Cómo acostumbraban estas naciones servir a sus dioses? Y yo, sí, yo, ciertamente haré de la misma manera’. No debes hacerle de esa manera a Jehová tu Dios.” Sí, Jehová Dios sabe cómo funciona la curiosidad humana. Recuerde a Eva y a la esposa de Lot. (Lucas 17:32; 1 Timoteo 2:14.) Nunca prestemos atención a lo que dicen o hacen los apóstatas. Más bien, mantengámonos ocupados edificando a otras personas y alimentándonos lealmente de la mesa de Jehová.

Protejámonos de los engaños de los apóstatas
Satanás lleva mucho tiempo usando a los apóstatas para embaucar a los siervos de Dios (Mateo 13:36-39). Por más que tales individuos afirmen adorar a Jehová y creer en la Biblia, rechazan la parte visible de la organización de Dios. Algunos hasta vuelven a defender doctrinas que deshonran al Creador y que enseña “Babilonia la Grande”, el imperio mundial de la religión falsa (Revelación 17:5; 2 Pedro 2:19-22). Bajo inspiración divina, los escritores de la Biblia denunciaron en términos muy vigorosos los motivos y métodos de los apóstatas.
¿Qué es lo que estos pretenden? La mayoría no se conforma con renegar de la fe que una vez quizá creyeron verdadera, sino que a menudo desean llevarse consigo a otros. En lugar de marcharse y buscar seguidores fuera de la congregación, muchos apóstatas tratan de “arrastrar a los discípulos [es decir, los de Cristo] tras de sí” (Hechos 20:29, 30). El apóstol Pablo dio esta apremiante advertencia respecto a los falsos maestros: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya” (Colosenses 2:8). ¿No resumen estas palabras lo que muchos apóstatas intentan hacer? Tal como un secuestrador que aleja de su familia a su desprevenida víctima, así procuran ellos atrapar a miembros confiados de la congregación y llevárselos del rebaño.
¿Qué métodos emplean los apóstatas para lograr su objetivo? Con frecuencia recurren a tergiversaciones, medias verdades y mentiras descaradas. Jesús sabía que sus discípulos serían blanco de individuos que levantarían “toda clase de calumnias” contra ellos (Mateo 5:11, Nueva Versión Internacional, 1990). Esos opositores malévolos dirían falsedades malintencionadas. El apóstol Pedro advirtió de que los apóstatas usarían “palabras fingidas” y ‘torcerían las Escrituras’ para alcanzar sus fines (2 Pedro 2:3, 13; 3:16). Y, por desgracia, así consiguen “[subvertir] la fe de algunos” (2 Timoteo 2:18).
¿Cómo podemos protegernos de los engaños de los apóstatas? Siguiendo este consejo de la Palabra de Dios: “Vigilen a los que causan divisiones y ocasiones de tropiezo contrario a la enseñanza que ustedes han aprendido, y [evítenlos]” (Romanos 16:17). Los ‘evitamos’ al no prestar oído a sus razonamientos, sea que los expresen en persona o mediante la letra impresa o Internet. ¿Por qué adoptamos tal postura? En primer lugar, porque la Palabra de Dios lo manda, y sabemos que Jehová siempre desea lo mejor para nosotros (Isaías 48:17, 18).
En segundo lugar, porque amamos a la organización que nos ha enseñado las preciosas verdades que tanto nos distinguen de Babilonia la Grande. Al mismo tiempo, reconocemos que el conocimiento que tenemos del propósito divino no es perfecto, sino que nuestro entendimiento espiritual ha ido ajustándose en el transcurso de los años. A los cristianos leales no nos incomoda esperar a que Jehová nos revele todos esos cambios (Proverbios 4:18). Mientras tanto, no abandonamos la organización que a Dios le complace usar, pues vemos pruebas irrefutables de su bendición sobre ella (Hechos 6:7; 1 Corintios 3:6).

El apóstol Pablo usa la palabra gangrena como metáfora de la enseñanza de doctrinas falsas y “vanas palabrerías que violan lo que es santo”. Él mismo subraya el peligro que tal habla acarrea a toda la congregación, al decir: “Porque ellos avanzarán a más y más impiedad, y su palabra se esparcirá como gangrena”. A continuación, cita ejemplos: “Himeneo y Fileto son de ese grupo. Estos mismos se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya ha sucedido; y están subvirtiendo la fe de algunos”. (2Ti 2:16-18.) En vista del anterior simbolismo de Pablo, en el que se representa a la congregación como un cuerpo con muchos miembros —pies, manos, etc. (1Co 12)—, el uso figurado de la gangrena, con su consiguiente peligro para el cuerpo humano, pone de relieve la importancia de eliminar de la congregación cristiana la doctrina falsa y el habla impía.

La inmunda apostasía


   El término griego correspondiente (A·po·sta·sí·a) se deriva del verbo a·fí·stē·mi, que significa literalmente “apartarse de”. La forma sustantiva tiene el sentido de “deserción, abandono o rebelión”. (Hch 21:21, nota.) En el griego clásico esta se usaba para referirse a la defección política, y es con este sentido con el que se emplea el verbo en el pasaje de Hechos 5:37 sobre Judas el galileo, que “atrajo” (a·pé·stē·se, una forma de a·fí·stē·mi) seguidores. La Versión de los Setenta, escrita en griego, usa el vocablo en Génesis 14:4 con referencia a tal tipo de rebelión. No obstante, en las Escrituras Griegas Cristianas se usa sobre todo con relación a la defección religiosa, es decir, a la renuncia o abandono de la verdadera causa, la adoración y servicio a Dios; en suma, una renuncia a lo que antes se profesaba y un abandono total de esos principios o de la fe. Los líderes religiosos de Jerusalén acusaron a Pablo de este tipo de apostasía de la ley mosaica.
Puede decirse con toda propiedad que el adversario de Dios fue el primer apóstata, según indica el nombre Satanás. Él hizo que la primera pareja humana apostatara. (Gé 3:1-15; Jn 8:44.) Después del Diluvio, los hombres se desviaron de las palabras del Dios de Noé. (Gé 11:1-9.) Más tarde, se le hizo necesario a Job defenderse de la acusación de apostasía que le lanzaron sus tres supuestos consoladores. (Job 8:13; 15:34; 20:5.) En su defensa, mostró que Dios no concede audiencia a los apóstatas (Job 13:16), y que el estado de un apóstata a quien Dios ‘corta’ es desesperanzado. (Job 27:8; compárese también con la declaración de Elihú en Job 34:30; 36:13.) En estos casos se usa el sustantivo hebreo ja·néf, que significa “apartado de Dios”, es decir, apóstata. El verbo relacionado, ja·néf, significa “estar apartado de la debida relación con Dios”, o “contaminar, llevar a la apostasía”. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 317.)

Apostasía en Israel
 Los dos primeros mandamientos de la Ley condenaban toda apostasía. (Éx 20:3-6.) Antes de la entrada de los israelitas en la Tierra Prometida, se les advirtió del grave peligro de caer en la apostasía en el que se encontrarían si se casaban con los habitantes del país. (Dt 7:3, 4.) Aun si fuese un pariente próximo o el cónyuge la persona que incitaba a otros a apostatar, habría de ser ejecutado por haber “hablado de sublevación contra Jehová el Dios de ustedes”. (Dt 13:1-15.) Las tribus de Rubén, Gad y Manasés se apresuraron a exculparse de la acusación de apostasía que se les imputó por haber edificado un altar. (Jos 22:21-29.)
Muchos de los reyes de Israel y de Judá siguieron un proceder apóstata. Por ejemplo: Saúl (1Sa 15:11; 28:6, 7), Jeroboán (1Re 12:28-32), Acab (1Re 16:30-33), Ocozías (1Re 22:51-53), Jehoram (2Cr 21:6-15), Acaz (2Cr 28:1-4) y Amón. (2Cr 33:22, 23.) Con el tiempo, los israelitas llegaron a ser una nación de apóstatas, porque el pueblo escuchaba a los sacerdotes y profetas apóstatas (Jer 23:11, 15), así como a otros hombres sin principios que, con palabras suaves y dichos falsos, los llevaron a practicar conducta relajada e inmoralidad, y a desertar de Jehová, “la fuente de agua viva”. (Isa 10:6; 32:6, 7; Jer 3:1; 17:13.) Según Isaías 24:5, hasta la misma tierra llegó a estar ‘contaminada [ja·nefáh] bajo sus habitantes, porque habían pasado por alto las leyes, habían cambiado la disposición reglamentaria, habían quebrantado el pacto de duración indefinida’. No habría de concedérseles misericordia en la destrucción predicha. (Isa 9:17; 33:11-14; Sof 1:4-6.)

 ¿Qué características singularizan a los apóstatas en contraste con los cristianos verdaderos?
El apóstol Pablo predijo en 2 Tesalonicenses 2:3 una apostasía entre los que profesaban ser cristianos. Mencionó específicamente a ciertos apóstatas, como Himeneo, Alejandro y Fileto. (1Ti 1:19, 20; 2Ti 2:16-19.) Entre las diversas causas de la apostasía expuestas en las advertencias apostólicas se encuentran las siguientes: la falta de fe (Heb 3:12), la falta de aguante ante la persecución (Heb 10:32-39), el abandono de las normas morales correctas (2Pe 2:15-22), el hacer caso de “palabras fingidas” de falsos maestros y de “expresiones inspiradas que extravían” (2Pe 2:1-3; 1Ti 4:1-3; 2Ti 2:16-19; compárese con Pr 11:9) y el tratar de “ser declarados justos por medio de ley”. (Gál 5:2-4.) Aun profesando tener fe en la Palabra de Dios, puede que los apóstatas desatiendan su servicio a Dios al considerar de poca importancia la obra de predicar y enseñar que Él encargó a los seguidores de Jesucristo. (Lu 6:46; Mt 24:14; 28:19, 20.) También puede que aleguen servir a Dios, pero rechacen a sus representantes, su organización visible, y comiencen a ‘golpear’ a los que habían sido sus compañeros de fe, con el fin de obstaculizar su obra. (Jud 8, 11; Nú 16:19-21; Mt 24:45-51.) Los apóstatas por lo general procuran que otros les sigan. (Hch 20:30; 2Pe 2:1, 3.) Los que abandonan voluntariosamente la congregación cristiana se convierten en parte integrante del “anticristo”. (1Jn 2:18, 19.) Como en el caso de los israelitas apóstatas, también se predice destrucción para los apóstatas de la congregación cristiana. (2Pe 2:1; Heb 6:4-8.)
Durante el período de persecución que sufrió la congregación cristiana primitiva a manos del Imperio romano, a los que profesaban ser cristianos a veces se les inducía a negar su discipulado. A aquellos que accedían se les exigía que dieran prueba de su apostasía haciendo una ofrenda de incienso ante algún dios pagano o blasfemando abiertamente contra el nombre de Cristo.
Es evidente que hay una diferencia entre ‘caer’ por debilidad y ‘caer’ por haber apostatado. Este último ‘caer’ implica una retirada drástica e intencional del sendero de la rectitud. (1Jn 3:4-8; 5:16, 17.) Cualquiera que sea su base aparente, intelectual, moral o espiritual, constituye una rebelión contra Dios y un rechazo de su Palabra de verdad. (2Te 2:3, 4.)
¿Es de esperar que surjan apóstatas dentro de la congregación cristiana?
1 Tim. 4:1: “La expresión inspirada dice definitivamente que en períodos de tiempo posteriores algunos se apartarán de la fe, prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios.”
2 Tes. 2:3: “Que nadie los seduzca de manera alguna, porque [el día de Jehová] no vendrá a menos que primero venga la apostasía y el hombre de desafuero quede revelado, el hijo de la destrucción.”

Algunas marcas identificadoras de los apóstatas:
Procuran hacer que otros sean sus seguidores, y así causan divisiones sectarias
  Hech. 20:30: “De entre ustedes mismos se levantarán varones y hablarán cosas torcidas para arrastrar a los discípulos tras sí.”
  2 Ped. 2:1, 3: “Habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismísimos introducirán silenciosamente sectas destructivas y repudiarán aun al dueño que los compró [...] También, con codicia los explotarán a ustedes con palabras fingidas.”
Tal vez declaren que creen en Cristo, pero toman a la ligera la obra de predicar y enseñar que él asignó a sus seguidores
  Luc. 6:46: “¿Por qué, pues, me llaman ‘¡Señor! ¡Señor!’ pero no hacen las cosas que digo?”
  Mat. 28:19, 20: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado.”
  Mat. 24:14: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Quizás afirmen que sirven a Dios, pero rechazan a Sus representantes, Su organización visible
  Jud. 8, 11: “Estos hombres también entregados a sueños, están contaminando la carne y desatendiendo el señorío y hablando injuriosamente de los gloriosos. ¡Ay de ellos, porque [...] han perecido en el habla rebelde de Coré!”
  Núm. 16:1-3, 11, 19-21: “Coré [...] procedió a levantarse, junto con [...] doscientos cincuenta hombres de los hijos de Israel, principales de la asamblea [...] De modo que se congregaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ‘Ya basta de ustedes, porque la entera asamblea son todos santos y Jehová está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, deben ustedes alzarse por encima de la congregación de Jehová?’ [...] [Moisés dijo:] ‘Tú y toda tu asamblea que van juntándose están contra Jehová. En cuanto a Aarón, ¿qué es para que murmuren contra él?’ Cuando Coré tenía a toda la asamblea reunida contra ellos a la entrada de la tienda de reunión, entonces la gloria de Jehová apareció a toda la asamblea. Jehová ahora habló a Moisés y Aarón, diciendo: ‘Sepárense de en medio de esta asamblea, para que los extermine en un instante.’”
No solo abandonan la fe verdadera, sino que luego ‘golpean’ a sus ex compañeros mediante el uso de la crítica pública y otros métodos para estorbar la obra de estos; los esfuerzos de tales apóstatas tienen el fin de derribar, no de edificar
  Mat. 24:45-51: “¿Quién es verdaderamente el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre sus domésticos, para darles su alimento a su debido tiempo? [...] Mas si alguna vez aquel esclavo malo dijere en su corazón: ‘Mi amo se tarda,’ y comenzare a golpear a sus coesclavos y comiere y bebiere con los borrachos inveterados, vendrá el amo de aquel esclavo en un día que no espera y a una hora que no sabe, y lo castigará con la mayor severidad y le asignará su parte con los hipócritas.”
  2 Tim. 2:16-18: “Evita las vanas palabrerías que violan lo que es santo; porque avanzarán a más y más impiedad, y su palabra se esparcirá como gangrena. Himeneo y Fileto son de ese grupo. Estos mismos se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya ha ocurrido; y están subvirtiendo la fe de algunos.”

¿Recibirían a los apóstatas los cristianos fieles, fuera en persona o por la lectura de su literatura?
2 Juan 9, 10: “Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios. [...] Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo.”
Rom. 16:17, 18: “Les exhorto, hermanos, a que vigilen a los que causan divisiones y ocasiones de tropiezo contrario a la enseñanza que ustedes han aprendido, y que los eviten. [...] Con palabras melosas y habla lisonjera seducen los corazones de los cándidos.”
¿Ocasionaría algún daño grave el satisfacer uno su curiosidad respecto al modo de pensar de los apóstatas?
Pro. 11:9: “Por su boca el que es apóstata arruina a su semejante.”
Isa. 32:6: “El insensato mismo hablará pura insensatez, y su corazón mismo se ocupará en lo que es perjudicial, para ocuparse en apostasía y para hablar contra Jehová lo que es descarriado, para hacer que el alma del hambriento lo pase vacía, y hace que aun el sediento lo pase sin bebida misma.” (Compárese con Isaías 65:13, 14.)
¿Cuán grave es la apostasía?
2 Ped. 2:1: “Estos mismísimos introducirán silenciosamente sectas destructivas y repudiarán aun al dueño que los compró, trayendo sobre sí mismos destrucción acelerada.”
Job 13:16: “Ante él [Dios] no entrará ningún apóstata.”
Heb. 6:4-6: “Es imposible tocante a los que una vez por todas han sido iluminados, y que han gustado el don gratuito celestial, y que han llegado a ser participantes de espíritu santo, y que han gustado la excelente palabra de Dios y los poderes del sistema de cosas venidero, pero que han caído en la apostasía [“cayeron luego en la apostasía”, BR], revivificarlos otra vez al arrepentimiento, porque de nuevo fijan en el madero al Hijo de Dios para sí mismos y lo exponen a vergüenza pública.”